Frío, hambre, miedo, piojos, desplazamientos, barro, lluvia, camaradería, quejas, nieve, insubordinación, combates, muerte, son compañeros de la cotidianidad bélica en la que viven los anónimos fineses a quienes se conoce en territorio nacional, antes de que estalle la guerra, y posteriormente en suelo soviético, cuando avanzan hacia la derrota que, en un primer momento, todavía no se plantean. Los Hietanen (Heikki Savalainen), Rokka (Reino Tolvaren) y su inseparable Susi (Kale Teuronen) o el teniente Koskala (Kosti Klemela), el único oficial que comparte las penas y el humor de los subordinados, no luchan por una ideología, lo hacen por mandato, por la idea de patria nacional de quienes rigen el destino de las naciones y trastocan las vidas humanas, vidas como las de los componentes del grupo que, tras la introducción del entierro de un joven sin nombre, las imágenes muestran en un campo de entrenamiento, en un pasado anterior a la secuencia de apertura. Allí reciben órdenes que inicialmente no comprenden, lo que les lleva a plantearse qué sucede. Algunos hablan del inicio de la guerra, otros se preguntan contra quiénes lucharán. Hay desorientación, incluso los oficiales de la compañía dudan. Se habla de alemanes y de soviéticos, y comprenden que existen fronteras que separan pueblos. Las naturales son, digamos, inamovibles, mientras que las humanas y políticas se mueven a lo largo del devenir temporal. Lo que hoy era esto, mañana será aquello. Ellos viven esta situación cuando conquistan la primera ciudad en suelo ruso e izan banderas finlandesas. Es el único instante del film en el que los soldados sin nombre descansan lejos del barro, de las trincheras o de bosques y montañas, pero solo por un breve periodo y su fin provoca nuevas quejas. El mando prohíbe cualquier tipo de queja o de insolencia, aunque Rokka, de nombre Antero, y compañía lo hacen con frecuencia. ¿Cómo no iban a hacerlo, si sus condiciones de vida son infrahumanas? En la guerra expuesta por Edvin Laine en El soldado desconocido, a partir de la novela homónima de Väinö Linna, no hay espacio para la heroicidad. Es un conflicto en el que <<o matas o no vives>>, ese es el día a día, el de sobrevivir, morir o ver como los compañeros caen bajo fuego enemigo. La experiencia bélica de Linna inspiró su exitosa novela, que busca el realismo que también asumen las imágenes de esta primera versión cinematográfica, un realismo que apunta antibelicismo y antimilitarismo, que asumen su discurso desde la humanidad de los soldados que aparecen y desaparecen de la historia —con y sin mayúsculas— como consecuencia de la cotidianidad de la guerra.
martes, 14 de enero de 2020
El soldado desconocido (1955)
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Otra joya de las cinematografías periféricas
ResponderEliminarCierto, todavía luce esplendorosa.
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