Los rasgos de comedia española que pueden observarse en Belle Epoque (1992), ambientación y situación, desaparecen en Two Much (1995) para dejar su lugar a las características de un enredo hollywoodiense, algo así como una “screwball comedy” apurada en un intento de alcanzar el ritmo de Billy Wilder. Y es que, al igual que millones en el anonimato de sus cotidianidades, Fernando Trueba admira la comedia hecha en el Hollywood dorado y disfruta el cine de Wilder. Lo presumió agradecido en público. Pero una cosa son las palabras de gratitud y otra distinta es demostrar con hechos que se ha aprendido algo del inspirador. Trueba lo intentó en Two Much realizando una comedia que, partiendo de la novela de Donald E. Westlake, bebe de la falsa identidad de Con faldas y a lo loco (Some Like It Hot, 1959) —puede que de Huella de luz (1942), una comedia de Rafael Gil influenciada por la comedia norteamericana de finales de los años treinta y principios de los cuarenta del pasado siglo—, pues el protagonista asume doble identidad, como también hace el Lemmon de Irma, la dulce (Irma la douce, 1961), y forma un triángulo amoroso con dos hermanas, invirtiendo los géneros de Sabrina (1954). Pero el enredo que propone en su película dista de las cotas de genio e ingenio logradas en la comedia “wilderiana”. Two Much entretiene como un enredo previsible, cargado de situaciones típicas, que no incomoda ni arriesga, pero, aun sin excesiva originalidad, no resulta en exceso cansina. Juega sobre seguro, de ahí que quede en el simple divertimento para lucimiento de sus protagonistas y sus personajes de reparto. Pero es innegable, a veces no incomoda volver sobre terreno conocido; y este es uno de esos casos que, a pesar de la sensación de ya haber visto algo similar antes, uno se deja llevar y (en ocasiones) sonríe ante los intentos (forzados) de Art Dodge (Antonio Banderas) de poner en orden el caos que va creando en relación a dos hermanas, Betty (Melanie Griffith) y Liz (Darryl Hannah), por las que siente atracción y por las que se desdobla en dos hermanos de personalidad opuesta; mas, como suele suceder, en su intento genera mayor lío. Como cualquier alumno que asista o que no se quede dormido en clase, Trueba también sabe que los papeles de reparto son fundamentales para sostener el peso de la comedia, de ahí que la fotografía de la esquela que inicia el enredo sea la de Eugene Pallette, imprescindible rostro de la comedia hollywoodiense clásica —Al servicio de las damas (Gregory La Cava, 1936), Caballero sin espada (Frank Capra, 1939) o Las tres noches de Eva (Preston Sturges, 1941)— y un guiño a ese tipo de cine. En la mayor parte de las películas cómicas, es en ese tipo de personajes en los que recae la responsabilidad de hacer reír y de desahogar la acción principal, en este caso, la relacionada con el triángulo amoroso. Esos “secundarios”, de los que se vale el responsable de Two much —Danny Aiello, Eli Wallach, Joan Cusack y Gabino Diego— están a la altura de las circunstancias y cumplen su cometido. Aportan comicidad al asunto; que no deja de ser el de un caradura que se desdobla en su afán de no enfrentarse a la decisión de ser el mismo, más allá de que ande de un lado a otro, de cama en cama mientras se enamora de una de las hermanas…
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sábado, 30 de septiembre de 2023
martes, 23 de enero de 2018
Vivir es fácil con los ojos cerrados (2013)
<<Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida...
En la frescura de las rosas
ve reparando. Y en las lindas
adolescentes. Y en los suaves
aromas de las tardes tibias.
Abraza los talles esbeltos
y besa las caras bonitas.
De los sabores y colores
gusta. Y de la embriaguez divina.
Escucha las músicas dulces.
Goza de la melancolía
de no saber, de no creer, de
soñar un poco. Ama y olvida,
y atrás no mires. Y no creas
que tiene raíces la dicha.
No habrás llegado hasta que todo
lo hayas perdido. Ve, camina...
Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida.>>
(Manuel Machado. El camino)

En los versos de El camino, Manuel Machado anima a vivir el momento, sintiendo cada instante, de alegría y de melancolía, de ese camino de vida que también es el camino hacia la muerte, un camino que, como inmortalizó su hermano Antonio, se hace al andar. Pero, a veces, en dicho recorrido vital se presentan condicionantes y miedos que impiden su plenitud, condicionantes y miedos como los que podrían existir en la España del (mínimo) desarrollo industrial, del turismo, del Nuevo Cine que se quedó en nada, de la irrupción de los televisores en los hogares, de la manipulación informativa, de los programas religiosos radiofónicos, de las insufribles películas protagonizadas por Manolo Escobar y de los rodajes internacionales en Almería, por donde Vivir es fácil con los ojos cerrados (2013) transita hacia un instante de aprendizaje, de libertad y de superación. <<Os voy a decir una cosa a los dos>>, dice Antonio (Javier Cámara), avanzado el metraje, a Belén (Natalia de Molina) y a Juanjo (Francesc Colomer), sus compañeros de viaje y de recorrido vital, <<no se puede vivir con miedo, eh. En este país hay mucha gente que vive con miedo. Pero vosotros sois jóvenes y tenéis que cambiar esto>>. El personaje interpretado por un espléndido Javier Cámara lee al gran poeta Antonio Machado, a quien por error, consciente o inconsciente del guión, atribuye los versos de Manuel -<<ve, camina..., no habrás llegado hasta que todo lo hayas perdido>>-, ejerce de profesor de inglés y de latín y, sobre todo, admira las canciones de The Beatles. Por ello intenta enseñar el idioma de Shakespeare con temas como Help, intento que delata su actitud hacia la vida y su metodología, la de la letra con canciones y motivación entra. De ese modo se distingue dentro de un orden rígido que no contempla las necesidades del individuo, un orden como la escuela española de la dictadura franquista. Su soledad delata que se trata de alguien diferente, marginal y marginado por la intolerante e hipócrita sociedad en la que encajan el padre de Juanjo (Jorge Sanz), doña Mercedes (Celia Bermejo), el cura y violento jefe de estudios del colegio donde conocemos al personaje principal, y algunos vecinos del pueblo almeriense donde se desarrolla la segunda parte de esta emotiva película de David Trueba, que toma su título de la canción de los Beatles Strawberry Fields Forever y se inspira en la historia del profesor Juan Carrión Gañán. Sin pretenderlo, o quizá por un deje profesional y vocacional, Antonio San Román se convierte en el guía de los dos jóvenes a quienes a lo largo de su aventura común insufla el optimismo y la vitalidad necesaria para alejar la desconfianza y el temor, porque, al igual que en sus alumnos, ellos son la posibilidad de un futuro distinto del presente de oscuridad, de rigidez e hipocresía moral en el que habitan. A medida que expone su filosofía vital, Antonio también la asume para sí, poniéndola en la práctica a lo largo de la carretera que separa y une Albacete, su punto de partida, con el pueblo costero donde los tres acarician la liberación que, aunque no pronunciada, pretenden al inicio de su fuga de la cotidianidad en la que se encuentran atrapados. La excusa para emprender el viaje la descubrimos en las imágenes documentales que, al inicio, anuncian el rodaje que Richard Lester (a quien no se nombra) lleva a cabo en Almería, donde el cineasta y su equipo se han trasladado para filmar Cómo gané la guerra (How I Won the War; 1967), que cuenta con el protagonismo estelar de John Lennon, a quien el profesor de inglés pretende abordar para convencerlo de que incluya las letras de las canciones en los discos que publique. La excusa argumental da pie al recorrido humano de un hombre solitario con <<un corazón tan grande que no le cabe en la camisa>>, de una muchacha que se fuga del hogar donde ocultan su embarazo y del adolescente de dieciséis años que, despertando a la vida, abandona la casa de sus padres harto de la autoridad paterna, la imagen del país autoritario que Antonio, Belén y Juanjo dejan tras de sí para vivir un fin de semana de liberación, de humanidad y de confianza, dos días que marcan su presente y, posiblemente, la elección de su futuro.
jueves, 10 de octubre de 2013
La niña de tus ojos (1998)
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