En sus inicios, el cine tomó de la literatura, de la arquitectura, de la pintura, de cuanto pudiese servir para establecer un sentido y una forma propia a las imparables imágenes en movimiento. De ese modo, los cineastas establecían comunicación con otros medios de expresión anteriores al nacimiento cinematográfico y, avanzado el tiempo, posteriores que, a su vez, tomarían del cine y de otros. Las influencia de unos y otros están ahí, en las obras y en las mentes de los creadores, también en las posibilidades que se van presentando en la evolución de las nuevas tecnologías y medios de entretenimiento y expresión como el cine, el cómic y el vídeo-juego. Antes de poner la guinda a la trilogía cornetto de tres sabores con Bienvenidos al fin del mundo (The World’s End, 2013), el británico Edgar Wright se fue a Toronto (Canadá), tomó del cómic, adaptando la obra de Bryan Lee O’Malley, y de los video-juegos, y realizó este animado ejercicio audiovisual sobre la (in)madurez y las responsabilidades (constante en su cine) a menudo no asumidas en el mundo adulto al que, por edad, ya pertenece Scott Pilgrim (Michael Cera), un joven de veintidós años incapaz de asumir su existencia y avanzar en el mundo adulto en el que se niega a entrar como consecuencia de sus miedos y sus frustraciones, lo que provoca que siempre acabe por no decidir o no enfrentarse a las situaciones con las que se encuentra. Pero todo esto cambia cuando conoce a Ramona Flowers (Mary Elizabeth Winstead), la neoyorquina que le atrae y con quien sueña, sin embargo no es capaz de expresar sus sentimientos como tampoco lo es de expresar en alta voz el nombre de la mujer que lo hirió o romper con su falsa novia, una adolescente de diecisiete años con quien puede mantenerse apartado de ese presente del que se esconde cuando Ramona, que también huye, y sus ex irrumpen en su cotidianidad. Pero, aparte del ritmo visual del cineasta británico, lo más interesante y divertido del film es el descaro de Edgar Wright a la hora de caricaturizar las caricaturas de las comedias románticas del Hollywood moderno y aquí es donde Scott Pilgrim vs the World (2010) juega con los tópicos y estereotipos, les da la vuelta y se aleja de ellos para ofrecer una perspectiva paródica, en apariencia inmadura, del infantilismo y buenrollismo que dominan las repetitivas comedias adolescentes.
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miércoles, 10 de noviembre de 2021
miércoles, 5 de noviembre de 2014
Bienvenidos al fin del mundo (2013)
sábado, 11 de octubre de 2014
Arma fatal (2007)
miércoles, 19 de febrero de 2014
Zombies party (2004)
El pub es el centro de las actividades de Shaun (Simon Pegg), un zombie entre zombies, a quien le cuesta comprender que su vida no marcha hacia ninguna parte, como tampoco sospecha que su relación de pareja se ha visto afectada o infectada por su aceptación/sumisión a la rutina en la que vive, y en la que semeja encontrarse a gusto, pues en Shaun prevalece la negativa a asumir la madurez o las responsabilidades que podrían provocar diferencias entre un día y el siguiente. Este zombie no infectado se descubre con veintinueve años y sin más expectativas que la de tomarse unas pintas de cerveza en compañía de su inseparable Ed (Nick Frost), un tipo que ha asumido su condición de inmaduro vitalicio desde la sinceridad que le diferencia de los muertos vivientes que Zombies Party (Shaun of the Dead, 2004) muestra antes de que estalle la epidemia que a la postre despierta a Shaun de su letargo, y que le obliga a asumir tres responsabilidades básicas: visitar a su madre (Penelope Wilton), recuperar a Liz (Kate Ashfield) y arreglar su vida. Entre tantas comedias repetitivas, insulsas y carentes de gracia, Zombies party resultó una sorpresa divertida y gamberra, siendo la primera que Simon Pegg y Edgar Wright escribieron en conjunto. También sería la primera entrega de su trilogía “Cornetto de Tres Sabores", aunque bien mirado podría denominarse trilogía “del pub alienante", si se tiene en cuenta que, en cada uno de los films que la componen, el local se descubre como un espacio habitado por individuos que semejan haber caído en una vorágine de rutina y desidia. Además de las similitudes entre las tres películas, la trilogía presenta distintos enfoques genéricos para abordar un mismo tema que, entre otras cuestiones, plantea la pasividad, la inmadurez (o madurez) y la idea zombie que iguala sociedad de bienestar y sociedad de consumo.
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