Noche en la ciudad (1950)
Como
consecuencia de las listas negras que circulaban por Hollywood, Jules Dassin se
vio obligado a abandonar su país y trasladarse a Inglaterra para poder rodar Noche en la
ciudad (Night
and the City, 1950) y, obviamente, para poner tierra y mar de por medio.
Según palabras de Dassin, fue
el productor Darryl
F. Zanuck quien
le apuró para que se fuera a Londres y allí, si se daba prisa,
podría filmar la película. La circunstancia de rodar en Europa no
se dejó notar en este contundente film
noir,
algo lógico por otra parte, ya que, por aquel entonces, la concepción
cinematográfica del cineasta era plenamente norteamericana. Esta cuestión se observa en la narrativa empleada, que se encuadra por entero dentro de las características del cine negro practicado por el realizador durante los últimos años de la década de 1940, cuando ayudó a modernizar el género en tres títulos indispensables —Fuerza bruta (Brute Force, 1947), La ciudad desnuda (The Naked City, 1948) y Mercado de ladrones (Thieves’ Highway, 1949)—, a los que habría que unirles este impagable film nocturno.
En la noche abundan timadores, primos, apuestas ilegales,
combates controlados por delincuentes que no toleran intromisiones,
tugurios de mala reputación donde el alcohol y la música se
combinan para alejar las sombras que nunca los abandonan; esas mismas
tinieblas dominan los callejones oscuros y las calles desiertas por
donde corre un hombre desesperado, consciente de que su tiempo se
acaba. Noche en la
ciudad no
abandona a dicho individuo, aunque retrocede hasta el momento en el
que Harry Fabian (Richard
Widmark)
regresa a Londres con nuevas ideas y con los mismos errores del
pasado. Se le observa sin dinero, engañando y estafando para
conseguir unas libras que le hagan sentirse mejor. Por lo que se
deduce, se trata de un tipo poco recomendable que ambiciona llegar a
ser alguien importante dentro de un entorno repleto de gentes sin
escrúpulos, que al igual que él venderían a cualquiera con tal de
ver cumplidos sus propósitos. Harry Fabian no es mejor que el resto,
no puede ni quiere serlo, de modo que no se detiene en sus engaños,
que también alcanzan a Mary (Gene
Tierney),
la mujer a quien dice amar, la misma que soporta sus mentiras
mientras aguarda a que se produzca un cambio que no llega. Como bien
apunta el título, la película transcurre en la nocturnidad, en
locales o en calles de aspecto tenebroso donde las sombras realzan la
sensación de imposibilidad en un ambiente amoral y desesperanzador,
dentro del cual los personajes se desenvuelven a la perfección,
salvo Gregorius (Stanislaus
Zbysko),
el viejo luchador ateniense, aferrado a una ética (basada en el
honor) ausente en los bajos fondos y en el individuo por quien se
deja engañar. Lo mismo se podría decir de la eterna enamorada, que
se resiste a abandonar la esperanza de que el hombre a quien ama
cambie, aunque sepa que su espera es un imposible.
Noche
en la ciudad avanza
por el sórdido ambiente que ha dotado a Harry Fabian de la dudosa
habilidad de engañar para buscar su beneficio personal, sin
detenerse a pensar en las posibles consecuencias de sus actos. De
hecho también se engaña a sí mismo, repitiéndose una y otra vez
que es su última oportunidad para ser alguien; de modo que se
desespera por conseguir dinero (incluso se lo intenta robar a Mary),
y acude a todos y cada uno de sus "amigos", y finalmente lo
consigue porque a otros les interesa algo de él. Sin embargo sus
intereses chocan con los de Kristo (Herbert
Lom),
el hijo de Gregorius y jefe de la lucha en Londres, que por respeto a
un padre que le rechaza por sus malas artes no actúa contra Fabian.
Pero Philip Nosseross (Frank
L. Sullivan),
celoso porque cree que su esposa (Googie
Withers)
le abandona para irse con Harry, hace todo lo posible para que éste
cometa el error que acabe con él. Acariciar un sueño no es lo mismo
que alcanzarlo (un imposible para Fabian al ser la realidad que le
rodea ajena a su control), cuestión que descubre cuando su castillo
en el aire se desvanece sobre el cuadrilátero donde inesperadamente
se enfrentan Gregorius y el "Estrangulador" (Mike
Mazurki),
dejándolo a merced de aquellos a quienes creía tener controlados
cuando sentía que al fin su suerte había cambiado; pero su sueño
se ha convertido en una pesadilla de la que intenta huir por esas
oscuras calles de Londres, mientras comprende que de nada vale seguir
corriendo.
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