De nuevo dirigidos por Sam Wood, tras su encuentro en Una noche en la ópera, Un
día en las carreras (A Day at the Races) es una de las mejores producciones
en las que participaron los hermanos Marx. Wood supo aprovechar ese humor hilarante y gamberro que era la
seña de identidad de los tres hermanos más famosos de la historia
del cine. Escenas como la revisión médica a la señora Upjohn
(Margaret Dumont), en presencia del eminente doctor Steinberg (Sig
Rumann), es una buena muestra de la bendita locura del trío, pero Un
día en las carreras posee otros momentos inolvidables
en los que el humor reconocible de los Marx se adueña por completo
de la situación, y son esos momentos, en los cuales aflora su
talento cómico, cuando el film adquiere cotas caóticas pocas veces
igualadas. Argumentalmente Un día en las carreras (A Day at the Races) no
aporta nada diferente, ya que se trata de una nueva intervención de
los tres cupidos, en esta ocasión para ayudar a que el amor entre Gil (Allan Jones) y
Judy (Maureen O'Sullivan) se haga realidad, ya que los
problemas que acucian a la joven impiden que se case con el hombre al
que ama. Judy dirige un sanatorio que pronto dejará de ser suyo, debido a la presión ejercida por Morgan (Douglas Dumbrille), el propietario del hipódromo
colindante, que pretende hacerse con el centro de salud gracias a la precaria situación económica por la que atraviesa la chica. Así pues, para que Judy pueda conservar un mínimo de esperanzas, Tony (Chico Marx), empleado del
centro, tiene la brillante idea de enviar un telegrama al doctor
Hackenbush (Groucho Marx), en realidad es un veterinario de
pueblo, a quien la multimillonaria
señora Upjohn considera el mejor doctor del mundo. Hackenbush,
consciente de que si le pillan pasará una temporada a
la sombra, se decide a probar fortuna como nuevo director del
sanatorio, en donde se presenta con excelentes credenciales: bigote, habano y una peculiar manera de moverse. La trama vendría a ser la de
costumbre, una pareja en apuros y los hermanos Marx al rescate, consistente en encontrar el
dinero suficiente para que Judy salde las deudas contraídas por
el mal funcionamiento del negocio familiar. No obstante, Morgan y sus colaboradores: Whitmore (Leonard Leely) y Flo (Esther
Muris) intentaran todos los trucos y artimañas para impedirlo, sin
saber que para trucos y artimañas no existe nadie mejor que esos
tres sembradores de caos y risas, que igual realizan una revisión médica como empapelan las paredes de una habitación en la que todo es desorden. Pero, siempre hay un pero en las películas de los
Marx, Un día en las carreras (A Day at the Races) posee momentos que hacen decaer el ritmo, ya que abusa de los números musicales, uno de los cuales quedaría mejor en una película
de Esther Williams; de igual modo, también falla el galán de turno, lastre presente desde la época en la que Zeppo Marx actuaba como tal, cuestión que no se solucionó con aquellos que heredaron su papel de Romeo.
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