sábado, 3 de octubre de 2020

Knight of Cups (2015)



Lo que sigue forma parte de una conversación que escuché o quizá soñé, aunque todavía no puedo precisar si fue lo segundo o una tercera opción que llegó a mis oídos más o menos así...


Lo que yo te diga, Xan. Acabo de ver más de lo mismo. Últimamente, tengo la sensación de que Terrence Malick hace la misma película, con las mismas formas y la misma sustancia. Resulta que, desde El nuevo mundo (The New World, 2005), quizá su última gran película, con cada nueva que filma parece radicalizar y ridiculizar su estilo, y su distancia del público no para de ensancharse. 


Pero tiene sus seguidores. Sé que hay gente a quienes les atrae su cine. A mí me gusta y, aunque ahora me guste menos, continuo viendo sus películas.


Bueno. Siempre te has interesado por ver pasear paisanos en planos que se suceden sin tiempo, como si quisieran salir de él, inclinando encuadres y repitiendo voces que, particularmente, me hacen mirar para un lado u otro de la sala. Pero no encuentro ni veo nada...


Creo que te entiendo, al menos, te entiendo mejor que al Malick posterior a El árbol de la vida (The Tree of Life, 2011). El problema no es saber qué quiere decir, es saber si nos está diciendo algo o si quiere que le entendamos -se encogió de hombros-. Mira, Iria, no sé si piensas igual que yo, pero sospecho que no le importa. Me refiero a que le interesa más bien poco que entendamos lo que dice... No busca comunicarse con nosotros.


Puede. Tampoco encuentro mucho en sus últimas propuestas. Que si preguntas, que si dudas, paparruchas, todos las tenemos y en las suyas no encuentro nada humano, tampoco en sus personajes, ni en sus voces. Sus reflexiones no nacen sino de imposiciones o de un plano que se aleja de las distintas realidades a las que tenemos acceso los simples mortales. Sus últimos personajes no son mortales, no viven en nuestra realidad, solo existen en la suya, existen como ideas que Malick sitúa en sus personajes, que, creo yo, se reducen a uno y siempre es él mismo. Y el espectador no tiene acceso...


No lo discuto. Pero cualquiera que vaya a ver una de sus películas sabe que verá y a qué se atiene. Puede gustar o disgustar, pero Malick es como la prueba del algodón: no engaña; te ofrece lo que te ofrece...


Sí. Imágenes ya vistas en su cine, voces internas que no son fruto de las interioridades de los personajes, más bien lo son del personaje que está detrás de la cámara. ¿Qué mundo conoce Malick? ¿Qué fragmentos de realidad nos muestra? ¿Y a cuales tiene y tenemos acceso?


No sé, ignoro de qué hablas. Pero yo diría que quiere cargar a sus tipos con todo el peso del mundo mientras caminan hacia respuestas y quizá una liberación que no llegan.


Pues ni todo ese peso llenan su vacío. Siempre miran donde no hay nada. Caminan, pero no se mueven, o se mueven en las imágenes, no en su desorientación, buscando respuestas y un sentido de la vida...


Deberían ver algún episodio o una peli de Monty Python.


Entiendo la gracia, pero no viene a cuento. Malick no invita a la reflexión. Él y su cine reflexionan pero no logran transmitir la esencia de sus ideas. Siente y toma sus películas como únicas y transcendentales, pero algo falla. No me convence. Por ejemplo, en su irregularidad, Knight of Cups (2015) no difiere de To the Wonder (2012), quizá el film clave para comprender que no todos comprendemos a Malick, y no me refiero a supuestos mensajes de sus films o a preguntas y búsquedas planteadas.


Más o menos, esto es lo que recuerdo de la conversación. Fue el día que yo también vi Knight of Cups, y me dije “menudo rollo tienen esos dos”; si es mucho más fácil decir “esa película ya la he visto antes”, aunque, en la realidad física, sea la primera vez que observo el caminar de Christian Bale por la superficialidad, el lujo, el placer y el vacío, aunque bien pudo ser cualquier otro actor quien diese pasos y pasos sin saber muy bien hacia dónde...

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