A Aguirre poco le importan las muertes de los indios que les acompañan, tampoco se inmuta si debe matar a alguno de sus hombres para controlar al resto, ni duda en disparar contra don Pedro y convertirle en su rehén, para poco después proclamar su independencia de la corona española y convertir a Fernando de Guzman (Peter Berling) en el emperador (pelele) de las tierras que arrasa. La aventura de este personaje conocido como El Loco o El Tirano, aunque él prefería llamarse a sí mismo El Peregrino, apenas posee diálogos, sólo los necesarios para ayudar a describir el descenso por el río, que sería el deambular por la locura y la irracionalidad individual y colectiva del grupo.
Aguirre, la cólera de dios fue la primera de las cinco películas en las que el director alemán contó con Klaus Kinski como protagonista, actor que por lo visto en el documental realizado por el propio Herzog, Mi enemigo íntimo, se deduce que poseía un temperamento irascible y un tanto especial. Quizá ese sea el motivo de que su personaje resulte creíble y temible, que atemorice en todo momento, pues en cualquier instante puede desatar esa cólera de dios a la que se refiere, una cólera que sólo tendría que ver con la locura que a veces crece en el interior de quienes se dejan arrastra por un desequilibrio que les desborda.
Aguirre, la cólera De Dios no sólo muestra una visión de este peculiar conquistador, sino que presenta la relación de los exploradores con el entorno y con los pueblos precolombinos que los habitan, a quienes tratan como a seres inferiores (primero esclavos, y posteriormente, tras las nuevas leyes que supuestamente debían protegerles, siervos, un eufemismo que no mejoraría la situación indígena). También se aprecia un apunte hacia la intolerancia empleada para transmitir la fe cristiana en un lugar donde existían otras culturas, creencias y ritos, y donde nunca habían tenido noticia de ese cristianismo que, en muchas ocasiones, les sería impuesto empleando la violencia (contradictoria manera de predicar una palabra que defiende lo opuesto).
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