domingo, 27 de noviembre de 2011

Magdalena, cero en conducta (1940)


En 1940, el hasta entonces actor, Vittorio De Sica debutó como realizador con dos producciones, Rosa escarlata (Rose scarlatte) y Magdalena, cero en conducta (Maddalena zero in condotta), una comedia amable, de planteamiento similar a sus otras producciones del periodo fascista, en las que el romance y el enredo serían los ejes del relato. Vittorio De Sica introdujo el enredo en el interior de un instituto de señoritas, en concreto en la clase de 4º B donde se imparte una aburrida clase de química a la que Magdalena Lenci (Carla Del Poggio) llega, como de costumbre, tarde. Así se presenta a esta alumna rebelde y traviesa, que se comporta sin asumir las normas que exigen algunos de sus profesores, porque únicamente piensa en pasarlo bien. Sin embargo, tras la lectura de una carta privada escrita por su profesora de Correspondencia Comercial y dirigida a un tal Alfred Hartmann, personaje inventado que aparece en el libro de texto, Magdalena descubre que la señorita Malgari (Vera Bergman) se encuentra sola y desesperada. La carta de Malgari es una carta romántica que escribe para poder liberarse de sus pesares y de su soledad, pues sabe que el personaje a quien remite sus sentimientos sólo existe en el libro de la asignatura que imparte, terapia que le permite desahogarse sin miedo a que sus preocupaciones lleguen a un destinatario inventado. Magdalena, desconociendo la no existencia de Hartmann, realiza lo que considera una buena acción, con la que podría ayudar a su maestra favorita, enviando una carta que no le pertenece a la dirección, también inventada por el texto (y que por coincidencias del guión existe), donde viven tres individuos que responden al nombre de Alfred Hartman (Vittorio De Sica), similar al Alfred Hartmann irreal. Tras pasar por las manos de su abuelo y de su padre, las letras llegan a Alfred hijo, quien tras la lectura se emociona hasta el pundo de abandonar Viena y presentarse en Roma, en casa de Stefano Armani (Roberto Villa), un primo perteneciente a la otra rama de la familia, con quien se presenta en el instituto donde sabe que se encuentra la alumna que las escribió. Desde la llegada del Hartman de carne y hueso el enredo se centra en las confusiones que se crean en torno a la carta y la identidad de su autora, enamorándose Stefano de Magdalena y Alfred de Malgari, pero ambos creyendo que se trata de la misma persona, como también lo cree el señor Lenci (Guglielmo Barnabó) cuando los primos se presentan a pedir la mano de su hija. Magdalena, cero en conducta forma parte de los inicios de la brillante carrera como director de Vittorio De Sica, cuyo cine evolucionaría hacia otros derroteros, quizá por su posterior encuentro con el guionista Cesare Zavattini, con quien realizaría sus mejores films; y seguro que por el cambio que se produjo en Italia tras la guerra, pues durante el periodo fascista este tipo de producciones eran las que menos molestaban al poder establecido. Pero a pesar de tratarse de una comedia ligera, De Sica demostró su habilidad como narrador de historias, a las que otorgó un toque de humor elegante que marcaría esta primera etapa como director.

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