Antonio das Mortes (O dragao da maldade contra o santo guerreiro) es un film peculiar, en él se expone la lucha de clases desde una perspectiva popular o folclórica que presenta a un cazador de canganceiros, que vendrían a ser campesinos que se enfrentan a los grandes terratenientes para conseguir un reparto más equitativo de las tierras. Antonio (Maurício do Valle) se ha pasado gran parte de su vida persiguiendo sin tregua a estos individuos, sin plantearse si lo que hacía era o no era justo, simplemente lo hacía porque era su cometido y su designio. Sin embargo, la vida de Antonio sufre un revés tras acabar con todos los rebeldes, una certeza que le crea una sensación de apatía, que pronuncia su soledad y el lento transcurrir del tiempo, que le descubre que tampoco existe un lugar para él, como tampoco lo hubo para sus enemigos. Hundido en esa desidia recibe un nuevo encargo, en el que se le presenta la posibilidad de que todavía quede un rival, y a pesar de que dude de que el individuo a quien debe eliminar sea un verdadero canganceiro (pues continúa convencido de que los ha exterminado a todos) decide aceptar la misión. Esta nueva aventura de Antonio le permitirá comprobar el error que significó ubicarse del lado de los poderosos como el mezquino coronel Horácio (Joffre Soares), un rico terrateniente que se encuentra cegado por la idea de continuar viviendo en un entorno en el que él y sólo él posea las tierras, sin tener en cuenta los cambios o las necesidades de aquellos que le rodean; siendo él e individuos como él los dueños que someten a un pueblo condenado a la miseria; un pueblo que constantemente se muestra en la película de Glauber Rocha y que muestra parte de esa cultura popular que se utiliza durante todo el film. Antonio Das Mortes obtuvo una gran acogida entre la crítica europea consiguiendo desde su estreno un puesto privilegiado dentro de las producciones realizadas en Brasil, pero este hecho no evita que resulte una película densa, no por su significado, sino por su significante, que sería la exposición de una historia que se ve lastrada por un afán excesivo de enfocar el relato o la disputa entre privilegiados y no privilegiados de un modo lento, que se pierde mostrando constantemente el folclore de una masa desfavorecida entre la que se mueve Antonio en busca de su rival, pero paradójicamente, es ahí donde reside el acierto de Antonio Das Mortes, en una exposición que, alejándose de otras producciones con las que guardaría relación, se muestra original, pero que no escapa de cierto ritmo cansino que puede provocar el desinterés a lo largo de su visionado.
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