miércoles, 5 de octubre de 2011

El hombre de Alcatraz (1962)



La historia de Robert Stroud fue escrita por Tom Gaddis en un libro que John Frankenheimer trasladó magistralmente a la pantalla, una vida entre los barrotes de una celda, donde el protagonista encontró la dignidad, la esperanza y el significado de la vida. Pero como bien apunta el personaje que encarna Edmond O'Brien, el escritor Tom Gaddis de ficción, todo empezó mucho tiempo atrás, a principios de la década de 1910, cuando Stroud (Burt Lancaster) fue condenado y trasladado a la prisión de Leavenworth, centro penitenciario donde cumpliría su condena. En un primer momento, el joven Robert Stroud se comporta de modo violento, rechaza todo cuanto se le dice y a todos aquellos con los que se encuentra, incluyendo al alcaide Shoemaker (Karl Malden), a quien Robert llamará Harvey para demostrar que no se somete. Harvey Shoemaker cree que el preso sólo necesita algo más de tiempo para adaptarse y cambiar su manera de comportarse; sin embargo, las cosas no fueron como había predicho, pues a falta de un par de años para que fuese revisada su condena, Robert mata a uno de los guardias, en el transcurso de una pelea. Tras varios juicios, Robert Stroud es condenado a permanecer incomunicado hasta el día de su ejecución en la horca. Pero su madre (Thelma Ritter) no va a permitir que eso suceda, por ello se traslada a Washington y se muestra incansable en su misión por ver al presidente Wilson; después de muchos esfuerzos logra ser recibida por la primera dama y consigue una conmutación que condena a su hijo a permanecer incomunicado por el resto de sus días. Para Bob Stroud la noticia de su conmutación y la promesa de Harvey de que nunca olvidará lo que ha hecho, no significan nada, sólo prolongar el padecimiento, sobre todo cuando vivir significa mantenerse alejado de todo contacto humano.


Los días se convierten en la misma jornada, nada ocurre, sólo la certeza de que el siguiente será igual a los anteriores. Al igual que los días, Bob tampoco cambia, continúa mostrándose arisco y en su interior crece la amargura y el resentimiento hacia un sistema que no considera justo. Por dicho motivo, los carceleros no merecen su respeto, ni siquiera ser considerados como personas, quizá en su mente, únicamente su madre lo merece. El silencio, la rutina y la soledad continúan siendo sus compañeras de celda, hasta que un día de tormenta encuentra en el patio del presidio a una cría de gorrión. La mira, pero la ignora, observa a Ranson (Neville Brand), su carcelero, y regresa para recogerla, una nueva muestra de desprecio que le aportará un nuevo rumbo a su existencia y a su pensamiento. A partir de ese contacto con la pequeña criatura, la vida de Stroud cobra significado al alimentarla, cuidarla y mimarla. El gorrión crece entre rejas, igual que Bob lo ha hecho, bajo la atenta mirada de Ranson, quien parece descubrir en su prisionero algo que antes no había visto. Con el tiempo, el ala de incomunicados de Leavenworth se convierte en un armonioso canto de canarios y Robert Stroud en un experto ornitólogo, que desde su pequeño cuarto estudiará, investigará y descubrirá remedios para las enfermedades que amenazan a sus pájaros. Pero El hombre de Alcatraz (Birdman of Alcatraz) va más allá de un biopic al uso, no pretende mostrar una serie de acontecimientos señalados que se superponen al resto de la historia, haciendo que ésta se resienta y haga que los personajes carezca de personalidad. El acierto de John Frankenheimer estuvo en mostrar la evolución sensitiva y personal de un hombre contra sí mismo y contra el medio que le mantiene alejado de todo cuanto necesita un ser humano; él vive como sus pájaros, encerrado entre rejas, y sin embargo, gracias a esas pequeñas criaturas aladas, consigue ser un hombre, disfrutar de la vida, de pequeñas (grandes) cosas, como lo fueron observar a esa cría de canario luchando por salir de su cascarón o esa innegable y silenciosa amistad que le une a Ransom, así como el amor que surge cuando Stella Johnson (Betty Field) se cruza en su camino, tras recorrer medio país para conocer al hombre que admira por sus conocimientos. El hombre de Alcatraz puede resultar un título que genere cierta confusión, puesto que Robert Stroud no es trasladado a la isla de los pájaros (o la roca) hasta que han transcurrido cien minutos de metraje, más adecuado hubiese sido prescindir de Alcatraz y quedarse con el doble significado de birdman: el de un hombre que ama, estudia e investiga a las aves, y que desde la nada logra alcanzar renombre entre la comunidad ornitóloga, y el hombre condenado a vivir en una jaula, en la que se encontrará a sí mismo.

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