La jungla en armas (1939)
Por enésima vez, Gary Cooper encarnó al héroe intachable, valiente y leal, en una excelente producción de Henry Hathaway, director con quien ya había trabajado en varias ocasiones, entre otras en Tres lanceros bengalies (The Lives of a Bengal Lancer, 1935). La acción de La jungla en armas (The Real Glory, 1939) se desarrolla en 1906, cuando el ejército estadounidense abandona las islas Filipinas, dejando a un puñado de oficiales con la orden de entrenar al recién creado ejército filipino. Seis de esos oficiales son los responsables del adiestramiento de los soldados del puesto militar que se levanta al borde de la jungla desde la que amenazan Alipang (Tetsu Komai) y sus tropas. Alipang desea hacerse con el control de la zona, pero para ver cumplido su objetivo necesita que los hombres del fuerte se adentren en una selva llena de trampas, donde sus hordas aguardan a esos soldados inexpertos, que todavía no están preparados para el combate. Ante la falta de acontecimientos, decide provocarlos, eliminando, uno a uno, a los oficiales norteamericanos, sin embargo, dicha táctica no da resultado, pues en el campamento militar todos son conscientes del peligro que significaría adentrarse en la selva para darle caza. Como medida drástica, el insurrecto levanta una presa en el curso del río que abastece al poblado, dejando sin agua tanto a militares como a civiles, una sucia jugada que no tardará en cobrar sus primeras víctimas. En ese momento de mayor necesidad la figura del doctor Canavan (Gary Cooper) cobra mayor protagonismo, y advierte al nuevo capitán del puesto, los dos anteriores habían sido asesinados, de la necesidad de volar la presa. A pesar de la carestía de agua, el capitán Hartley (Reginald Owen) se niega hasta el punto de discutir con el doctor, a quien ordena arrestar, sin embargo, debe asumir que ha cometido un grave error, pues los enfermos desbordan la enfermería y necesita la ayuda de Cavanan. Así pues, su única oportunidad consiste en volar la presa; misión que se encomienda al teniente Larsen (Broderick Crawford). A partir de ese instante, La jungla en armas se presenta en una sucesión de emocionantes escenas en las que los héroes deberán alcanzar el objetivo de sobrevivir ante un ejército que les supera en número y que les tienen cercados. Como la mayor parte de las aventuras realizadas por Hathaway, La jungla en armas se caracteriza por el entretenimiento que proporciona, además de atesorar el buen hacer de un director que manejaba a la perfección la acción, los espacios abiertos y los personajes para, en esta ocasión, contar una historia de superación, de amistad o de la responsabilidad que significa tomar decisiones que pueden afectar a otros.
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