lunes, 25 de noviembre de 2019

Numax presenta... (1979)


Cinco años antes de su rodaje, una película como Numax presenta... (1979) era imposible en España. Los motivos son obvios, pero, en 1979, con la democracia recién nacida, sí pudo hacerse. Se estaba viviendo la transición, <<el paso del franquismo a la democracia burguesa>>, apunta la portavoz que lee el comunicado que abre el film. Y esa transición trajo consigo cambios, ilusiones, esperanzas y el reparto del pastel que Berlanga satirizó en La escopeta nacional (1977). Llegaba la hora de cumplir las promesas, pero también fue un tiempo que acarreó más de una decepción entre quienes no vieron materializarse el sueño de una mejora social y laboral. Por aquel entonces, habría quien, en su ingenuidad, tendría una idea idílica de lo que significaba democracia, como si el mero hecho de nombrarla o instaurarla, terminase con los problemas, los abusos, los chanchullos y las desigualdades. Se obviaba lo evidente, y todavía se hace, que había que preocuparse por ella, cuidarla, mimarla, pues no dejaba de ser un bebé en manos de madres y padres primerizos, y exigirle cuando correspondiese hacerlo. Esto implicaba que todo el país —políticos, burguesía, clase obrera y, en la medida de sus posibles, cualquier hija e hijo del vecindario— asumiese y compartiese responsabilidades y, a partir del diálogo, limar las asperezas y las diferencias pretéritas. Había que buscar soluciones, no culpables ni víctimas; había que avanzar hacia el beneficio del presente común, caminando en el mismo sentido, algo que aún no se ha logrado. Puede que sea natural al ser humano, el no llegar a un acuerdo con quien no comparte sus ideas o sus intereses, pero solo aunando esfuerzos, dejando a un lado egoísmos y ambiciones personales, se podría exigir a la democracia que de idea pasara a ser realidad, aunque no la realidad que unos pocos querían que fuese. Parte de esta situación, de las diferencias existentes y de la imposibilidad de llegar a un acuerdo, a un acercamiento, en una situación de cambio, pero también de crisis, quedan reflejadas en Numax presenta..., en las trabajadoras y trabajadores de la fábrica de electrodomésticos que da título al film, en su lucha por y para sobrevivir a las circunstancias laborales que tuvieron lugar entre 1977 y 1979.


Sus impresiones y sus vivencias son recogidas por Joaquín Jordá, un cineasta atípico donde los haya, que, tras nueve años alejado de la dirección, volvía a dirigir —aunque, tras Numax, pasarían otros once hasta su siguiente largometraje, El encargo del cazador (1990). Jordá aceptó el encargo de Numax y filmó este documental, que, visto hoy, resulta un documento insólito, obrero e histórico de la época. Atrás quedaba la dictadura, los años de Jordá como pilar de la Escuela de Barcelona, su etapa italiana con la que se distanciaba del grupo y se acercaba al cine militante o la ausencia de libertades en España, pero la lucha de clases continuaba presente. Era la antigua historia del siervo y del amo, transformada en la del proletario y el capital o la del obrero y el patrón, pero sobre todo era, y es, la historia del quiero más de lo que podré gastar en varias vidas y el necesito trabajar y cobrar un salario para poder llegar a fin de mes en condiciones dignas. Era la situación de siempre, la de las circunstancias sin solucionar, hechos como los que empujan a los trabajadores de Numax a la huelga y a movilizarse para reivindicar mejoras y exigir la reincorporación de los compañeros despedidos. Pero, a priori, no contemplan qué se esconde detrás de los movimientos (irregularidades) de los empresarios, que ya han sucedido en el presente de la película, ni las responsabilidades que finalmente los empleados deben asumir. Les disguste o no, descubren que, como trabajadoras y trabajadores, también en la democracia solo son números para el sistema. Comprenden, quizá siempre lo han sabido, que ellos son los primeros damnificados y sacrificados cuando las crisis económicas o las malas gestiones asoman. En el ahora, durante el cual hablan a la cámara, lo saben, lo han vivido y quieren contarlo, de ahí que se gasten el dinero de su caja de resistencia para dejar constancia de la situación, de sus acciones y reacciones, de sus <<aciertos y errores>>. Cuentan como se vieron sorprendidos por la crisis que los llevó por varias etapas hasta la autogestión, sobre la cual discuten hacia el final del film. Lo cuentan y lo viven, pero Jordá no se limita a documentar, también recrea, y lo hace de forma evidente en la obra teatral en la que concede voz a los patrones y empresarios. Pero es una voz que redunda en la imagen que el proletario tiene del capital, la de que a los patronos no les interesa el obrero, solo su beneficio. Esto queda claro en los fragmentos teatrales, en el protagonismo de Pérez de Jaume, empresario que no duda a la hora de decir que <<en cuanto podamos: expediente de crisis y suspensión de pagos>> o habla de la lucrativa venta de los terrenos (como suelo inmobiliario) donde se levanta la fábrica.


La representación apunta las circunstancias que obligan a los trabajadores de Numax a su movilización y a su posterior autogestión empresarial, cuando la patronal se desentiende y los sindicatos tampoco ayudan, quizá —como señalan los trabajadores en una de las charlas— interesados en un acercamiento con el poder establecido. Si en la primera parte hay un claro posicionamiento de Jordá a favor del obrero frente al patrón y a arribistas que quieren un trozo del pastel similar al que se reparte en la finca de los Leguineche, la segunda parte de Numax presenta... se adentra en las complejidades de la autogestión, en la falta de acuerdo entre los propios trabajadores, quienes, obligados por la situación, deben reinventarse y asumir responsabilidades que anteriormente recaían en los empresarios. La supervivencia de la fábrica, la resistencia y la dignidad obrera son reivindicaciones que aparecen en la película de Jordá y de Numax, pero, en el ahora, se descubre como un documento cinematográfico quizá único de la transición y del esfuerzo de un grupo humano obligado a dar un paso en una dirección y en un mismo sentido que nunca antes se habían planteado, una dirección donde al mismo tiempo son obreros y patrones, donde necesitan cooperar y también necesitan capital para equilibrar la compleja dualidad que define y sustenta a cualquier sistema económico que tenga en el capital y en el trabajador a sus dos pilares básicos.

1 comentario:

  1. De Jordà creo haber visto parcialmente la película DANTE NO ES ÚNICAMENTE SEVERO que codirigió con Esteva, otro director que debe recuperarse, con su joya LEJOS DE LOS ÁRBOLES. Tu análisis de este film es muy necesario porque creo que es completamente desconocido. Haces un recorrido muy claro por el "desencanto" de la reforma política del régimen franquista, mal llamada "transición", que dejó sin tocar los poderes militar, económico, judicial, y monárquico.
    ¿Lo de usar párrafo único es porque se desconfigura? Yo las paso canutas con los párrafos de blogger porque se me mueven continuamente.
    Por muy poco dinero puedes hacerte con el dominio vadevagos.com, que a mí no me dio más visitas ni más visibilidad, pero que es mejor, y ya el contenido es tuyo, porque ahora Google si quiere te puede bloquear el blog. Estamos en manos del sistema, ciego, irracional y autoritario. Llámese neofranquismo mediático-judicial o BIG BROTHER DIGITAL.
    Gracias de nuevo por rescatar todo este cine, que se aleja de la mierda que consume la mayoría, y que NO ES CINE, sino entretenimiento audiovisual

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