jueves, 12 de enero de 2012

Papá está en viaje de negocios (1985)


En 1950, las relaciones entre la Unión Soviética y Yugoslavia o, lo que vendría a ser lo mismo, entre Stalin y Tito se habían roto, aunque más que una relación había sido un intento de dominio soviético; y por ahí no pasaba el dictador balcánico, puesto que para dominar a los diversos pueblos balcánicos ya estaba él. El mariscal Tito optó por romper con Moscú y emular la política de su homólogo soviético, realizando una serie de purgas cuyo objetivo principal sería que en su país no quedase nadie que pensase de un modo distinto al suyo. Y si alguien pensaba diferente, que lo mantuviese en silencio o que pagase las consecuencias en campos de concentración como Goli Otok, donde envió a miles de simpatizantes estalinistas o sencillamente a tipos como Mehmed Mesa Zolj (Miki Manojlovic), el padre de Malik (Moreno D'E Bartolli), el niño de seis años que narra los hechos de Papá está en viaje de negocios (Otac na sluzbenom putu, 1985) desde una perspectiva simpática e inocente en apariencia, puesto que, basándose en el guion de Abdullah Sidran —cuyo padre había pasado por una experiencia similar—, la exposición de Emir Kusturica apunta directa y nada ingenua. Mesa ha hablado de más, algo desaconsejable dentro de una dictadura. Así pues, tras la presentación de la familia y de cuanto rodea al pequeño, llega a oídos de Zijah (Mustafa Nadarevic), el cuñado de Mesa y miembro del partido, que a su cuñado no le ha hecho gracia la caricatura en la que aparecían Marx y Stalin (¡Vaya delito!). Como consecuencia de esa discrepancia con los periódicos del régimen, la desgracia se cierne sobre la familia Zolj, pero Kusturica no pretende mostrar la situación por la que atraviesa la familia ni la política que se vivía en la antigua Yugoslavia desde una perspectiva dramática, sino todo lo contrario. La expone desde su estilo personal, mezclando realismo, folklore y su peculiar sentido del humor.



Sumada al León de Oro obtenido por ¿Te acuerdas de Dolly Bell? (Sjecas li se, Dolly Bell, 1981), la Palma de Oro que Kusturica obtuvo Papá está en viaje de negocios en el festival de cine de Cannes le confirmaba como el director más internacional del cine balcánico de la década de 1980. Este hecho permitió conocer parte de la cultura del pueblo bosnio visto desde los ojos de este niño-director, que bien podría ser la visión que posee el personaje de Malik, el niño que narra desde su comprensión los hechos que observa. La ausencia de su padre a quien cree de viaje de negocios, difiere de la realidad de su detención y de la falta de noticias durante su estancia en la cárcel, de la que posteriormente saldrá para el destierro, donde será utilizado como mano de obra gratuita hasta que le permiten regresar a Sarajevo. La falta de Mesa obliga a su esposa, Senija (Mirjana Karonic), a desvivirse constantemente para poder mantener a la familia o para obtener noticias de su marido (no tener noticias podría significar que lo habían fusilado), a pesar de la advertencia de Zijah de que no pregunte y que se dedique a cuidar de sus hijos: Malik y Mirza (Davor Dujmovic). El film, sabiamente, no se centra demasiado en esa circunstancia (que bien podría dar pie a una historia propia), sino que se mueve por varios frentes para mostrar la situación que se vivía en un país que se mantenía unido bajo la mano de hierro de su dictador. Entre los hechos que se narran destaca la absoluta convicción de Zijah de haber obrado correctamente, pues él es un soldado del partido antes que hermano o cuñado, un claro ejemplo de un pensamiento alienado y controlado por el partido en el poder, el único legitimo y el único que tiene derecho a expresar sus ideas. Su lavado de cerebro alcanza dimensiones grotescas como se descubre cuando detiene a su cuñado durante la celebración de un momento importante para el pequeño Malik, por el simple hecho de expresar una idea, ni siquiera una idea, sino una opinión. De igual manera, resulta acertada la imagen de la familia Zolj; primero durante la ausencia paterna y, posteriormente, durante el destierro en el que se reúnen con Mesa, quien, a pesar de encontrarse en esa situación por culpa de una mujer, aprovecha las ocasiones que se le presenta para echar una cana al aire —utilizando a Malik como coartada para apaciguar las sospechas de su mujer. Otra circunstancia que no pasa desapercibida sería la utilización del fútbol como nexo de unión de los diversos pueblos que componía la Yugoslavia de Tito; como tampoco pasa desapercibida la parte en la que Malik descubre el primer amor, un amor inocente que nada sabe de política, de la que el abuelo ya está  harto, por lo que decide largarse despidiéndose de un modo bastante elocuente y acertado.


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