miércoles, 10 de abril de 2024

El sol del futuro (2023)

Como mínimo, a cualquier utópico le quedan las opciones de futuro de convertirse en un intolerante, de vivir en la resistencia, por tanto en la marginalidad y el aislamiento, o de ser un desencantado con o sin encanto. Décadas después de su debut cinematográfico, Nani Moretti no es lo primero, es de los que tienen encanto y un atisbo de esperanza que se niega a perder, y por ello da gusto volver a su cine, el cual tiene la atractiva e inusual necesidad intelectual de observarse a sí mismo y a su alrededor, de mirar sin perder el sentido del humor y plantearse la vida y el propio cine que, como expresión humana, no deja de ser parte de ella. No abandona sus gustos cinéfilos ni su humanismo, tampoco su humorismo y su reflexión sobre el hoy, que es ese momento siempre en fuga y cámbiate que nos toca vivir una y otra vez, en ocasiones, viviéndolo inconscientes de los cambios que se producen en las relaciones y en el paisaje humano, fuera y dentro del individuo. En El sol del futuro (Il sol dell’avvenire, 2023) da vida a Giovanni, un director de cine que se encuentra inmerso en el rodaje de su última película, la cual sitúa en la década de 1950, en el seno del partido comunista italiano. Es un momento histórico puntual, en Hungría se ha desatado la revolución y las tropas soviéticas han llegado para imponer su orden; acción que abre los ojos a los militantes italianos como los dos personajes principales de la película que Giovanni rueda y que parece tratar <<sobre la muerte del comunismo y del arte, sobre la muerte del amor y de la moral>>, pero esa sería una película sobre la muerte de todo y Moretti siempre aprende a vivir. Ese es uno de los atractivos de su cine, que alcanza su esplendor en películas como Caro diario (1993) o Abril (Aprile, 1998).

El Moretti de El sol del futuro mira la vida cuando mira la muerte de su matrimonio, del cine, de aquel que no sea la exaltación del impacto por el impacto y la estética de la violencia (cuyo fin es la propia violencia como simulación adrenalítica), e incluso la suya propia: preparando una escena, se coloca una soga al cuello, quizá la representación física de la que ha llevado sin darse cuenta. Es un instante que le abre definitivamente la mente a la luminosidad de la vida. Atrás quedan cuestiones a responder, delante la posibilidad de caminar. ¿Por qué ya no interesa un cine militante y poético como el de los hermanos Taviani o cuentos cinematográficos como Ocho y medio (Federico Fellini, 1960) o Lola (Jacques Demy, 1961)? ¿Está el público pervertido por la inmediatez y el impacto? ¿Por qué es más importante y atrayente para los consumidores el sonido envolvente o las balas reventando cuerpos y cabezas que la voz humana? ¿Existiría, en la actualidad, un lugar para los Chaplin, Fellini, Demy o Paolo y Vittorio Taviani? Obviamente, de empezar ahora, lo tendrían difícil o serían minoritarios; como mínimo, tendría serias dificultades a la hora de encontrar financiación porque sus films no buscan el impacto inmediato, aquel que convence a las mentes quietas para permanecer en el sofá de su casa viendo Netflix, la enpresa que envía a varios ejecutivos a la entrevista con Giovanni y Paola (Margherita Buy), su productora habitual y también su mujer, que desea abandonarle, pero no sabe cómo dar el paso. Allí, una ejecutiva le recuerda que la empresa que representa se ve en ciento noventa países. Una y otra vez insisten en esa cifra. Para ella, y para la marca que representa —en realidad, para todas las marcas—, el mundo se mide numérico, se ha convertido en estadísticas y en cifras, en pérdidas y beneficios económicos. Giovanni es de otra época, pero no es un nostálgico; solo que el presente ya no es un lugar que reconozca o en el que se sienta cómodo, quizá el futuro le posibilite un espacio que lo rehabilite. Es decir, que le devuelva la utopía. Incluso puede que no sea de ninguna parte más que de la que construye en su cine y en su pensamiento, desde el cual intenta modelar al resto o al menos indicarles, tal como hace con su equipo técnico y con sus actores y actrices, cuál es su idea del mundo y como este ha perdido musicalidad, poesía e incluso compromiso.



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