Dino Buzzatti publicó en 1940 la novela El desierto de los tártaros (Il deserto dei Tartari), un relato que tiene como protagonista al joven Giovanni Drogo, teniente enviado a un puesto fronterizo donde nunca ocurre nada, pero donde siempre existe una sensación amenazante. La novela profundiza en el interior de este joven teniente, en quien se refleja sin concesiones el paso del tiempo y la insignificancia del paso del hombre por el mundo. En un principio, el ser humano es ajeno a la fugacidad de la existencia, a la soledad que le rodea y a las limitaciones innatas al propio ser. Esa sensación de que algo va a ocurrir invade al protagonista, sueña con convertirse en un héroe de verdad, y su oportunidad debe llegar. Sin embargo, el tiempo transcurre, la dicha, la aventura y la juventud se fugan dejando paso a una madurez que le descubre sus propias limitaciones, mientras, sus sueños se marchitan en el olvido, ante la imposibilidad de alcanzarlos. El desierto de los tártaros es una novela impregnada de un lirismo pesimista que se hace patente en Drogo, quien observa como transcurre el tiempo y nada sucede, hasta que descubre una única certeza: la muerte, la verdadera amenaza que llegará desde ese metafórico desierto. La desolación que sufren los personajes que se encuentran en la vieja fortaleza se muestra cruel, patética e inútil, ¿quién atacaría por un lugar prácticamente inaccesible? ¿Quién es ese enemigo al que aguardan? La situación se convierte en una especie de destierro en el que se han roto los lazos familiares, y las esperanzas son sustituidas por la realidad-imaginaria que significan tanto la fortaleza como el desierto. Dino Buzzatti escribió una excelente novela rica en metáforas referidas a la fugacidad de la vida, la soledad y la desilusión, pero la existencia puede ser mucho más que eso, si se comprende que la verdadera amenaza no se encuentra más allá del desierto, sino en el interior de la fortaleza.
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