Oliver Twist (1948)
El pequeño Oliver (John Howard Davies) desconoce sus orígenes, lo único cierto para él son los constantes abusos y la carencia de comodidades que sufre en el hospicio donde ha crecido. inicialmente sólo Charles Dickens conocería la verdadera identidad de este niño que se convierte en el protagonista de una de sus grandes novelas, un clásico de la literatura del siglo XIX que atrajo la atención de varios directores para realizar sus versiones de Oliver Twist. Uno de estos realizadores fue David Lean, cineasta británico, autor de una más que correcta adaptación, donde se narran los hechos que llevan a Oliver desde su nacimiento, pasando por su prisión infantil, hasta las atestadas y peligrosas calles de Londres, paraíso para los jóvenes delincuentes que trabajan para un individuo sin escrúpulos llamado Fagin (Alec Guinness). Esta especie de mal padre adoptivo se aprovecha de la inocencia de unos pequeños que le sirven como empleados en su empresa de robo y engaño. ¿Cómo cae Oliver en manos de un ser tan vil como éste? Tras sufrir numerosas penalidades en el hospicio, el muchacho es entregado a un empresario, bajo cuya protección no encuentra mejoría en su día a día. Su situación resulta pátetica, miserable, rodeado de seres que únicamente piensan en su beneficio, sin importar someter al muchacho a una opresión y una carestía que le obligan a tomar la decisión de escapar y buscar una oportunidad en la gran ciudad. Cuando llega a las calles de la capital, se encuentra perdido, ¿qué puede hacer? Desorientado, confiado y esperanzado, no duda en aceptar el ofrecimiento de otro muchacho, aquel que le conducirá hasta las manos de Fagin, ese delincuente amoral que se presenta bajo la máscara de la amabilidad, pero que a nadie, excepto a Oliver, pasan desapercibidas sus intenciones negativas. Oliver no sospecha, su inocencia se lo impide, así pues, acepta a su nueva familia y se deja llevar por los consejos de un mentor que no es sino un embaucador cobarde y rastrero que no duda en utilizar a sus niños, porque en ellos ha encontrado una verdadera fuente de riqueza que le permite mantenerse al margen de los hurtos que los jóvenes rufianes cometen para él. Sin embargo, por vez primera desde su nacimiento, el destino se pone de parte de Oliver y le permite tropezar con un anciano (Henry Stephenson) que le acoge, le mima y le ofrece la oportunidad de formar parte de algo noble y bello. Mas la felicidad no es el sino de este muchacho, y la fortuna le vuelve, una vez más, la espalda. De nuevo, cae en las manos de Fagin y del peligroso y brutal William Sykes (Robert Newton). Pero, Oliver ya no piensa igual, ahora distingue entre la bondad desinteresada y el interés disfrazado de bondad, porque ha descubierto el verdadero significado del cariño y del calor de un hogar. Por ello, desea regresar al lado del hombre que le ha ofrecido la oportunidad de sentirse querido, arropado y valorado. Pero la situación de Oliver se ha vuelto peligrosa, porque se ha convertido en una amenaza para ese par de delincuentes que temen ser descubiertos. Tan sólo Nancy (Kay Walsh) parece dispuesta a protegerle, porque su conciencia aún guarda parte de la humanidad que Sykes y Fagin perdieron o nunca han tenido; no quiere que el alma pura de Oliver se corrompa del mismo modo que se corrompió la suya o la del resto de los muchachos de Fagin. La figura de Oliver Twist no sólo es peligrosa para los criminales o esperanzadora para el anciano, también encierra un aire misterioso para el espectador, un misterio que se esconde en sus oscuros orígenes, los mismos que un individuo llamado Monks (Ralph Truman) desea que no se descubran. La puesta en escena que David Lean realiza de la genial obra de Dickens muestra parte de la miseria que el autor británico escribió en las páginas de su novela, la realidad de los marginados que viven en un mundo de grandes diferencias sociales, repleto de seres obligados por las circunstancias y de seres sin escrúpulos que realizan todo tipo de actos deshonestos, al tiempo que se aprovechan de aquellos inocentes que han caído entre sus garras, impidiéndoles comprobar otro tipo de existencia, negada por su condición de huérfanos y por la miseria que se ha adueñado de las calles y de las almas humanas. Oliver Twist es una excelente película, rodada en decorados, que profundiza en el alma humana, desde la mirada inocente de un niño que desconoce el significado de la maldad, la corrupción o el engaño, y no porque no los haya experimentado en sus propias carnes, sino porque en él existe una bondad que todavía no ha sido corrompida por aquellos seres grotescos que se han cruzado en su camino.
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