viernes, 10 de febrero de 2023

Yo, Claudio (1976)

Desde Octavio Augusto (Brian Blessed), divinizado tras su muerte, y Livia (Siân Phillips), la abuela del protagonista de la serie, hasta la muerte Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico (Derek Jacobi), Yo, Claudio (I Claudius, Herbert Wise, 1976) narra la historia de la familia Julia-Claudia, por tanto, narra las primeras décadas del Imperio Romano, sus conflictos de poder y la lucha en la sombra, de víctimas y victimarios históricos, que van asomando por esta prestigiosa serie británica, quizá una de las de mayor prestigio de las producidas por la BBC, que encuentra su fuente literaria en las novelas de Robert Graves Yo Claudio y Claudio, el Dios, y su esposa Mesalina. Adaptadas a la pequeña pantalla por Jack Pulman, su guionista, Yo, Claudio relata cual crónica el “asentamiento” del poder imperial desde los recuerdos y las investigaciones de Claudio, tras Augusto, Tiberio (George Baker) y Calígula (John Hurt), cuarto emperador romano, quinto, si se tiene en cuenta que Julio César había adquirido un poder casi absoluto y estaba dispuesto a hacer desaparecer el “casi”. Este Claudio, también conocido como “Cla-Cla Claudio” o “Claudio el idiota” escribe en su vejez los entresijos que le llevaron a regir el Imperio más poderoso de la Antigüedad.

<<Yo, Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico Esto y lo-otro-lo-de-más-allá (porque no pienso molestarlos todavía con todos mis títulos), que otrora, no hace mucho, fui conocido de mis parientes, amigos y colaboradores como “Claudio el idiota”, o “Ese Claudio”, o “Claudio el tartamudo” o “Cla-Cla-Claudio”, o, cuando mucho, “El pobre tío Claudio”, voy a escribir (AÑO 41 d.C) ahora esta extraña historia de mi vida…>>. De esta manera inicia Robert Graves su famosa novela, del mismo modo comienza esta serie de doce episodios que tiene como protagonistas a la familia Julia-Claudia, sus relaciones, sus rivalidades, sus ambiciones, sus dosis de locura… Claudio explica todo lo relacionado con la lucha de poder que se desata en su familia desde que Livia decide casarse con Octavio para tener acceso al máximo poder de Roma. La historia la inicia con Augusto asentado en la cima de Roma, sin rivales, entre sus amigos Marco Agripa (John Paul) y su familia: Livia, Marcelo (Christopher Guard) y Julia (Frances White). La vida parece sonreír a quien Roma adora y teme, pero ignora los tejemanejes, las ambiciones y los peligros que se esconden en su propia casa.

Roma se impone en el mundo “conocido” y se mantiene por su ejército (y por la desorganización militar de los pueblos conquistados), más que por sus políticos, muchos de los cuales dedican su vida a conservar el poder mientras otros intentan lograrlo para sí; los hay que, como Calígula, entregan su tiempo a orgías y locuras. Los primeros emperadores son muy diferentes entre sí; pero solo Claudio es imagen de nobleza, cordura y sabiduría. El narrador desarrolla sin prisa su exposición de los hechos; como guía, opta por detenerse en las conspiraciones dentro de la familia, más que en los asuntos de organización del estado. Insiste en ello, también en las relaciones que mantienen entre sus miembros, porque dar a conocer su origen, y cómo llegó a emperador, explica y justifica a la posteridad su decisión final. Así, de su voz, de su puño y letra en la novela, conocemos a personajes históricos que pasaron a la literatura, al cine y a la televisión, protagonistas de las acciones en la sombra que Claudio no practica, pero que indudablemente forman parte de su biografía, la cual escribe cuando la vida parece despedirse de él —sospecha que su mujer Agripinila (Barbara Young), hija de su hermano Germánico (David Robb), y madre del último Nerón (Christopher Biggins), intentan envenenarle—. Su historia se inicia antes de su nacimiento, con la muerte de Marcelo, marido de Julia, hija de Octavio Augusto. Esa es la primera de las muertes tras las que se esconde la mano y el pensamiento de Livia, la tercera mujer de Octavio. Ella es la política en la sombra, una mujer inteligente, paciente, manipuladora, decidida, implacable y extremadamente letal en su ambición de llevar a cabo su idea de poder: asentar el Imperio (y hacerlo en su linaje), objetivo que la impulsa y llevará hasta las últimas consecuencias, dando el resultado pretendido: la continuidad del Imperio en su hijo Tiberio. Más que la madre de Tiberio y de Druso (Ian Ogilvy), a quien saca de en medio porque, como su padre, uno de los considerados “Claudio buenos”, aboga por el retorno de la República, Livia es la madre de la Roma imperial, la cual va construyendo a su gusto, eliminando obstáculos y amenazas. Este personaje es el alma de la primera parte de la serie, tras Claudio, el más importante. Se trata de una mujer notable y al tiempo temible; así la ve Claudio, pues desde él conocemos la historia y quienes la protagonizaron. Claudio anciano comparte con la posteridad su pensamiento y su capacidad para sobrevivir, así como la inteligencia de la que todos dudan, salvo quizá los más allegados, aquellos que van descubriendo en él un aspecto que su apariencia oculta. Claudio sufre el desprecio, supera trabas y peligros, se enamora perdidamente de la ardiente Mesalina (Sheila White), por quien es engañado o se deja engañar, pero también acaba por comprender que su función o su deber para con Roma no es estabilizar la monarquía, en la cual nunca creyó y la cual nunca quiso sobre él, pero que se vio obligado a aceptar tras la muerte de Calígula.



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