Mostrar una época desde la intimidad y la interioridad de un personaje puede resultar o no, ya que se corre el riesgo de que el esfuerzo no resulte y el todo que se observe en la pantalla se venga abajo, suene a artificio o, sencillamente, no conecte con el público. En el cine, o en cualquier medio de expresión, hablar conlleva riesgos, por ejemplo, la posibilidad de no ser escuchado. Pero la intención de comunicar es siempre plausible y, en este caso, la elección de expresar en la intimidad y desde la intimidad de la protagonista es uno que vale la pena asumir. La cotidianidad en aparente calma y el aislamiento escogidos por Manuela Martelli para iniciar 1976 (2022), su primer largometraje, son sensaciones que toma de su personaje principal, en quien interioriza varios conflictos que, desde ella, saca al exterior: el personal y familiar, el social y el político. Aunque contenida por la narrativa intimista y pausada, la tensión desborda emocional en Carmen (Aline Küppenheim), la protagonista. En la intimidad del personaje, en su entorno cercano, en su aislamiento y en su acercamiento a la realidad social y política de su país mediante su contacto con Elías (Nicolás Sepúlveda), la cineasta nos descubre la época, la ceguera e inacción de la clase media, la distancia entre la burguesía a la que pertenece Carmen y la clandestinidad en la que se adentra cuando asume su lucha contra el control de un sistema represor o el vacío que la aísla, retirada en su casa de la playa, antes de que lo inesperado encienda su necesidad de despertar, pero también avive su temor y sus sospechas. Chile, durante la dictadura militar, el padre Sánchez (Hugo Medina) le pide que cuide de un delincuente común que, en realidad, resulta ser un opositor al régimen de Pinochet. Carmen acepta, no duda de la veracidad de las palabras del cura, además, responsabilizarse de Elías supone para ella salir de su aislamiento, de la soledad que apenas desaparece cuando la visita su familia. Existe un vacío, dudas, distancias en su matrimonio, su vida es ajena a la realidad que sufre las injusticias y los abusos del totalitarismo que empieza a descubrir en su contacto con la clandestinidad. En ese instante, su realidad interior y la exterior contactan, se hace preguntas y toma conciencia de la situación. Abandona su rutina, asume riesgos y decisiones, se posiciona, a pesar del miedo a ser descubierta y de temer por su vida, y contacta con opositores colaboradores de Elías, subversivos para el sistema, que luchan por devolver la libertad al pueblo chileno.
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