viernes, 29 de marzo de 2019

A. K. (Akira Kurosawa) (1985)


Imprescindible para cualquiera que disfrute de los films de Akira Kurosawa y de la habilidad audiovisual de Chris Marker, A. K. (1985) no es un "Cómo se hizo..." de Ran (1985) al uso. No podía serlo, eso estaba claro para quien tuviese una noción mínima de las películas realizadas por Marker, el responsable al frente de este documental producido por Serge Silberman que nos descubre algunos aspectos de la superproducción de 
Kurosawa, la cotidianidad del rodaje y del propio cineasta. No me cabe la menor duda de que tanto Silberman como el realizador japonés eran conscientes de que Marker no iba a realizar una película impersonal, que publicitase aquella de la que muestra parte de su rodaje, sino que el autor del prestigioso cortometraje La Jetée (1962) crearía un film propio y personal, con poética propia y que encuentra su eje principal en la figura legendaria de aquel a quien en un momento puntual compara con el centro de un sistema solar, formado por su equipo de trabajo, hombres y mujeres como Ishiro Honda, el responsable de la exitosa Godzilla (Japón bajo el terror del monstruo) (Gojira, 1954), o Teruyo Nogami, la supervisora de guiones de Kurosawa desde Rashomon (1950) hasta Madadayo (1993), entre otros habituales colaboradores del cineasta a quien observamos en el film dar órdenes, aguardar o fumar un cigarrillo mientras observa en la distancia la escena que se está filmando.


<<Un director de cine tiene que convencer a un gran número de gente a que lo siga y trabaje con él. Yo a menudo digo, aunque sin lugar a dudas no soy nada militarista, que si se compara la unidad de producción con un ejército, el guión es la bandera, y el director es el comandante del frente de línea. Desde el momento en que empieza la producción hasta el momento en el que acaba, no se puede decir qué va a pasar. El director debe ser capaz de responder a cualquier situación, y debe tener capacidad de liderazgo para hacer que toda la unidad marche.>>

Akira Kurosawa: Autobiografía (o algo parecido)

La mirada del cineasta japonés, oculta tras sus gafas de sol y bajo su gorra, es la mirada de un creador consciente de estar creando, y también consciente de la importancia de saber liderar al grupo humano, numeroso en el caso de
Ran, debido a la envergadura de la producción, que lo admira y acata sus órdenes sin ponerlas en duda. Marker incluido, se refieren a él como "Sensei", por el magisterio ganado e impartido a lo largo de los años en títulos fundamentales como aquellos que asoman en la pantalla cuando el fondo rojo sustituye a las imágenes del set de rodaje, ubicado este al pie del siempre reconocible monte Fuji. En ese momento que el documento de Marker se aleja del tiempo y del espacio concretados por la filmación de Ran, observamos un pequeño televisor y el aparato de vídeo que reproduce las emblemáticas Los siete samuráis (Shichinin no samurai; 1953) o Trono de sangre (Kumonosu-jo; 1957). Es entonces cuando el pasado se acerca al presente para hacer de A. K. un viaje al mundo del cine, al mundo de Kurosawa, a su reino de poesía y humanidad, de imágenes y de sonidos, pero también de inconvenientes durante el rodaje, de imprevistos, de soluciones y de pausas que retrasan la filmación y provocan la inacción de los numerosos colaboradores del realizador, actores, técnicos o extras vestidos con ropas de época; todos ellos a la espera de abandonar de nuevo el presente y regresar al pretérito ficticio en el cual Kurosawa recreó su espectacular, pictórica y épica visión de la shakespeariana El rey Lear.

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