<<Yo no he nacido para recibir favores, ni para agradecerlos o pagarlos; por lo cual he procurado siempre no tratar con mujeres, ni con niños, ni con santurrones, ni con ninguna otra gente pacífica y dulzona... Yo soy un hombre atroz, a quien nadie ha podido aguantar, ni de muchacho, ni de joven, ni de viejo, que principio a ser. ¡A mí me llaman en todo Madrid el Capitán Veneno!>>
(Pedro Antonio de Alarcón, El Capitán Veneno)
(Pedro Antonio de Alarcón, El Capitán Veneno)
Que sienta mayor simpatía por El capitán Veneno (1950) cinematográfico que por su original literario, publicado en 1881, más que nada, se debe a la presencia secundaria de José Isbert y Manolo Morán y, sobre todo, por el protagonismo de Fernando Fernán Gómez dando vida a quien se define en la novela breve de Pedro Antonio de Alarcón como <<un hombre atroz, a quien nadie ha podido aguantar, ni de muchacho, ni de joven, ni de viejo, que principio a ser>>. Desde su aparición en la pantalla, durante una introducción inexistente en el relato de Alarcón, que abarca más de veinte minutos de metraje, Fernán Gómez aporta a su personaje humanidad, gracia y temperamento, ese temperamento a flor de piel que sale a relucir allí donde se encuentre, sea en el casino donde juega al "tute arrastrado" y muestra su rotunda negativa al matrimonio, en la taberna donde descubre el complot carlista o en la fiesta donde sin éxito, este recae en la presencia de su antagónico (en comportamiento y modales) José Zorrilla (Miguel Pastor), pretende denunciar a los insurrectos. En esa media hora de acercamiento al personaje, ausente en la novela y fruto de la colaboración en el guión de Luis Marquina y Wenceslao Fernández Flórez, el público comprende el firme rechazo del capitán hacia el sexo femenino, hacia el matrimonio, hacia los niños o hacia cualquier autoridad o sensiblería que minen su bien ganada reputación de pendenciero solitario y protestón infantil. También se conoce su afición a los naipes y su sinceridad, pues de sus labios las palabras salen cual absoluto categórico, posibilitando la comicidad que prevalece durante su resistencia numantina a los encantos que descubre en Angustias (Sara Montiel) y a la sensación de bienestar que siente en el hogar de doña Teresa de Carrillo (Amparo Martí), cuando ella, su hija y Rosa (Julia Caba Alba), la asistenta, lo acojan y cuiden su herida de bala. En ese preciso instante de revuelta callejera, la película de Marquina enlaza con la novela de Alarcón, y como en la narración literaria, El capitán Veneno busca entretener desde el enfrentamiento que se desarrolla entre ese capitán amamantado por una <<cabra montesa>> y las tres mujeres que lo cuidan y lo sufren tras rescatarlo de la calle donde yacía tras ser alcanzado por la metralla. A partir de entonces (y durante su convalecencia en casa de doña Teresa) se produce la batalla verbal entre don Jorge de Córdoba, nombre real del heroico herido, y las mujeres, en particular con Angustias, con quien mantiene la peculiar lucha de sexos que, paulatinamente, el bravo y testarudo capitán comprende que perderá.
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