miércoles, 2 de mayo de 2012

La kermesse heroica (1935)



A pesar de ubicarse en un periodo histórico concreto, 1616, Jacques Feyder no pretendió exponer la realidad que se vivía en Flandes durante la ocupación hispana, lo que se propuso con La kermesse heroica (La kermesse héroique, 1935) fue realizar una divertida sátira, cuyo escenario sería una tranquila ciudad flamenca bajo el dominio de los españoles. La jornada se presenta alegre, es un día de fiesta, los hombres se preparan para celebrar la kermesse vistiendo sus mejores galas, al tiempo que toman sus armas y dicen que nunca se echarán atrás ante el invasor español; cuestión que sus mujeres observan con ciertas reticencias. En la casa del burgomaestre (André Alerme) se reúnen las personalidades más importantes de la villa; en una de sus salas posan para que un joven pintor (Bernard Lancret) inmortalice la grandeza de los allí presentes. Pero dentro de esos muros pasa algo más que una sesión de pintura de la escuela flamenca, pues Siska (Micheline Cheirel), la hija del burgomaestre, confiesa a su madre (Françoise Rosay) que desea contraer matrimonio con el joven artista; sin embargo, el carnicero (Alfred Adam) ha convencido al burgomaestre para que le conceda la mano de esa misma hija. El enredo se desata con la noticia de que los tercios españoles llegan a la ciudad; un hecho que cambia el buen humor y la gallardía de los ciudadanos masculinos, los cuales renuncian a las palabras anteriormente pronunciadas y empiezan a esconder sus posesiones más preciadas, entre las que se incluye sus vidas, al tiempo que dicen a sus esposas que no pregunten porque se trata de un tema que ellas no comprenden. Cuando el duque de Olivares (Jean Murat) entra en la villa se encuentra con un lugar en el que sólo hay mujeres y niños, además de descubrir que el burgomaestre yace de cuerpo presente, una triste desgracia que le impulsa a presentar sus respetos. A partir de la llegada de los españoles son las mujeres flamencas quienes toman las riendas de la situación, ofreciendo sus casas y su compañía al séquito que acompaña a un duque que parece hacer buenas migas con la señora del burgomaestre. La estancia del noble en el hogar del no fallecido sirve para ridiculizar tanto a sometedores como a sometidos, que en el caso del alcalde se hace pasar por muerto para salvar su pellejo, pues teme caer en las garras de unos tercios menos fieros de lo que se habría imaginado. Su falso fallecimiento ofrece la oportunidad para que sea su "viuda" quien asuma el control, tontee con el recién llegado y logre su propósito de casar a Siska con el pintor, gracias a su ingenio y a su amabilidad para tratar a tan distinguido huésped e invasor. La kermesse heróica (La kermesse héroique) es una sátira elegante e inteligente, que poco o nada tiene que ver con la realidad histórica que le sirve de marco, sin embargo esa situación temporal fue utilizada por Jacques Feyder para reírse (también analizar) de varios aspectos como: la integridad moral de los acompañantes del duque de Olivares: el enano (Delphin) y el sacerdote (Louis Jouvet), quienes se dejan comprar cuando descubren el engaño, la facilidad de las mujeres para proteger a sus maridos entregándose a los desconocidos, o el honor y la valentía de unos esposos que prefieren esconderse por sí los tercios resultan tan fieros como los pintan. Los personajes de La kermesse heróica (La kermesse héroique) se mueven a la perfección dentro de un escenario pictórico por donde despliegan sus virtudes con una naturalidad pasmosa, logrando una excelente caricatura de sí mismos, como el sacerdote que no quiere aceptar dinero por su silencio, a no ser que se trate de un donativo, el soldado que intima con uno de los vecinos del pueblo, porque ambos siente pasión por la calceta, o el burgomaestre que, en lugar de asumir las riendas de la ciudad, deja que su casa se convierta en el centro de operaciones de su esposa, prefiriendo seguir haciéndose pasar por muerto, porque ya arreglarán cuentas más adelante, cuando los españoles, más dispuestos a la diversión que a la lucha, se hayan ido.

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