En el cine encontramos imágenes que pueden ser iguales o intercambiables. Uno se mira al espejo y cree verse a sí mismo, pero lo que ve es su reflejo, un igual pero también distinto, alguien que puedes admirar u odiar, incluso perseguir consciente de que no podrás atraparlo. Las similitudes igualan las imágenes y pequeñas diferencias marcan distancias insalvables. Esto se descubre en Heat (1995), un espléndido espejo cinematográfico que muestra dos imágenes en distintos lados de la ley, pero intercambiables, si las circunstancias hubiesen sido otras.
lunes, 5 de marzo de 2012
Heat (1995)
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De acuerdo con lo que expones. Cuando vi esta película de estreno no me pareció tan buena. Curiosamente el paso del tiempo ha hecho que gane enteros.
ResponderEliminarLa primera vez que la vi me gustó, pero recuerdo que me gustó más por la acción que por el drama. Fue en siguientes ocasiones cuando empecé a valorar la combinación de ambas.
EliminarSaludos.