martes, 9 de agosto de 2022

The Squaw Man (1914)


El western encuentra sus orígenes en los medios escritos. La prensa, como magistralmente apunta John Ford en El hombre que mató a Liberty Valance (The Man Who Shot Liberty Valance, 1962), imprime la leyenda que aumentará en los biógrafos y escritores que, como señala Clint Eastwood en Sin Perdón (Unforgiven, 1992), se encargarán de crear los mitos y héroes de sus relatos y seriales. Más adelante, llegarían las representaciones teatrales —Raoul Walsh recordaba en sus memorias haber participado en un espectáculo teatral sobre el lejano oeste— y las circenses, atestiguado su éxito en Buffalo Bill y su circo. Indudablemente, todo ello sirvió de referencia a los pioneros cinematográficos que realizaron las primeras películas del oeste: Edwin Spencer Porter y su famoso Asalto y robó de un tren (The Great Train Robbery, 1903), Reginald Barker y su Bronco Billy (1907), David Wark GriffithThomas Harper Ince o los films protagonizados por Tom Mix. Un pionero inmediatamente posterior a los nombrados, Cecil B. DeMille, rodó en colaboración de Oscar Apfel su primer western allá por el año 1913. Se tituló The Squaw Man y encontró su inspiración en la obra teatral de Edwin Milton Royle —con guion de Beulah Marie Dix. Otro DeMille, su hermano William, había sido la primera opción de la recién fundada compañía Lasky, fundada por Samuel Goldwyn y su por entonces cuñado Jesse Lasky, pero su rechazo a dirigir el film significó la oportunidad para Cecil; que haría otras dos versiones: la primera, cuatro años después; y la sonora, en 1931. En los tres casos, la trama nos lleva de la elitista y conservadora Inglaterra al ya no tan salvaje oeste norteamericano, a donde el capitán James Wynnegate (Dustin Farnum) huye después de ser acusado de robo. Claro está, es inocente; pero la trama exige esa circunstancia para ponerse en marcha y el futuro director de Paramount Pictures la aprovecha para hacer lo que mejor sabe.



Gustos y Apfel aparte, es innegable que DeMille es puro cine hollywoodiense. Se podría decir que es uno de quienes lo inventaron. Había llegado a California después de detenerse en Arizona, adonde había sido enviado por GoldwynLasky para rodar el film, y decidir que continuar su viaje en busca de un lugar más adecuado para la historia que iba a filmar. Llegó a Hollywood y allí se quedaría para dejar su rúbrica en imágenes de épica, aventura, espectáculo y más adelante conservadurismo. A él, no se le podía pedir el humanismo de King Vidor ni el toque emocional de Frank Borzage, sino acción, aunque la suya era de una fluidez narrativa y épica del western diferentes a la de Walsh o Ford. Y eso es lo que ofrece su primera película, que ha pasado a la historia del cine como el primer largometraje rodado en Hollywood. Lo demás, apenas importa, salvo que fue un éxito que posibilitó que la compañía de la que era socio continuase existiendo y, dos años después, se fusionase con la Famous Players de Adolph Zukor. Las emociones y los sentimientos de los personajes cuentan menos que los cambios de escenario —Inglaterra, el océano, Nueva York, el rancho o la nieve—, el veloz avance del tiempo y de la acción que nos lleva a Wyoming, donde Jim inicia su nueva vida, aunque sin olvidar la anterior. Pero apenas hay un momento para la pausa, ni para pensar en lo que se ha visto obligado a dejar atrás, salvo un par de breves escenas que DeMille inserta para poder dar solución a la trama. Aunque apunte situaciones tan interesantes como el matrimonio interracial que forman Jim y Nat-u-ritch (Red Wing), el realizador no se preocupa de dotar de mayor calado a sus protagonistas ni desarrollar los conflictos. El rechazo del juez a casar a la pareja apunta racismo, pero no interesa profundizar en ello, como tampoco a la circunstancia de que Jim quiera educar a su hijo en Inglaterra, a pesar de la negativa de la madre.



Todavía era demasiado pronto para que se aceptasen los films psicológicamente de mayor madurez y complejidad —como demostró el fracaso de Chaplin en  la magistral Una mujer de Paris (A Woman of Paris, 1922). DeMille quiere divertir al público, pues comprende plenamente lo que este espera de las imágenes en movimiento. Cierto que vista hoy, la primera versión de Squaw Man queda desfasada; cabe recordar que ese mismo año Griffith estaba rodando El nacimiento de una nación (The Birth of a Nation, 1914), el film que revolucionaría el cine del momento. No obstante, queda patente que ahí, detrás de esas imágenes de su primer film y del que probablemente sea el primer largometraje rodado en Hollywood —la primera película quizá sea el cortometraje de Griffith In the Old California (1910)—, había alguien capaz de ofrecer entretenimiento visual. Más adelante, llegarían sus comedias de alcoba y sus grandes obras épicas, aunque hoy, la mayoría de quienes le recuerdan, lo hacen exagerando que fue un cineasta de superproducciones bíblicas; cuando, en realidad, solo son cuatro —cinco si cuento El signo de la cruz (The Sign of the Cross, 1932) como cine bíblico— de sus ochenta y una películas como director.




2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Hay tantos nombres y tantas películas que fueron contribuyendo a esto que llamamos cine, que de vez en cuando no está de más recordar algunos.

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