La amistad que unía a José Giovanni y a Claude Sautet desde que se conocieron allá por 1959, a raíz de la producción de A todo riesgo (Classe tous risque, 1959), que adaptaba la novela homónima de Giovanni, llevó a este a dedicarle su último largometraje. Pero Mi padre (Mon père…, 2000) no solo rinde tributo al amigo recién fallecido. Sautet murió el mismo año del rodaje de este film, que en sí, es memoria y homenaje al padre del autor, interpretado por un humanamente inmenso y contenido Bruno Cremer, y también una película autobiográfica en la que el escritor y cineasta expresaba sus sentimientos y recordaba a su progenitor —y cómo le salvó de la condena a muerte a la que fue sentenciado en 1946. Gran parte de su obra literaria y de su filmografía se construyen a partir de circunstancias y personas que marcaron su vida. En este film adapta parte de la novela Il avait dans le coeur des jardins introuvables, en la que narra la juventud de su padre y también el momento que asoma en la pantalla: la estancia de Manu (Vincent Lecoeur) en el corredor de la muerte. De haberse ejecutado la sentencia, no existiría un José Giovanni escritor, guionista y cineasta, el artista que aportó su talento al cine y a la literatura, ni el hombre que siente que el “amor es lo único que importa”. Antes de que la película se ponga en marcha, Giovanni también deja clara una postura siempre presente en su obra, aunque disimulada por la dureza y la ambigüedad de los espacios por donde transita. Para apuntarla se vale de las palabras de Gaston Berger, que se insertan en la pantalla para que leamos: <<Solo hay dos cosas valiosas en la Tierra. La primera es el amor. Y muy por detrás, la inteligencia. Amor e inteligencia nunca distan para aquellos con verdadero entendimiento. Fuera de eso, no hay nada más>>. Y aparte de memoria personal, eso es la película, una reafirmación del amor como lo más importante en la vida. Ese amor es el que lleva a Giovanni a cerrar el círculo expresivo y personal iniciado en La evasión (Le trou, 1957), su primera novela, cuya adaptación cinematográfica, a cargo de Jacques Becker, continúa siendo uno de los mejores dramas carcelarios de la historia del cine.
Entre el drama carcelario y el familiar, Mi padre desarrolla temas que se repiten a lo largo de la obra de Giovanni: la amistad, la muerte, el hampa, la tradición o ese amor tan difícil de expresar, pero que indudablemente está ahí, en el día a día en el que Joe siempre está cerca de su hijo encarcelado. Complicado también sería equilibrar emociones cuando se recuerdan momentos pasados y seres ya perdidos, sobre todo cuando se trata de instantes de dolor, de perdón y de amor, de silencios que han impedido decir aquello que nunca se dijo y que Giovanni expresa sincero en su última película. Tanto el escritor como su padre eran tipos duros, nada acostumbrados ni dispuestos a desvelar sus sentimientos y emociones; de ahí que quedasen cosas sin decir entre ambos, como ese amor que el autor del film confiesa de propia voz para cerrar con broche emotivo su filmografía: <<Justo hasta el final, escondiste tu corazón en jardines secretos. Yo dejé que los años volvieran mi cabello blanco y vi la película de nuestros malentendidos, como si tú también pudieses verla, para que supieras que no amaba a nadie más que a ti. Moriste en 1964, sin tener el tiempo de escuchar la justicia de los hombres decretada en una nueva Corte, mi rehabilitación total. Hasta pronto, padre>>.
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