martes, 15 de diciembre de 2020

Nacional III (1982)



Pícaros, verdugos, transportistas, Leguineches y otros prisioneros del cine coral y de los planos-secuencia de Luis García Berlanga habitan un celuloide inconfundible en su caricatura de un país y de sus habitantes, un país que, atendiendo a películas como Placido (1961) o El verdugo (1963), resulta un tanto insolidario. El cine de Berlanga encuentra en la exageración y en la deformación su medio para acceder y mostrar en la pantalla la realidad que el cineasta valenciano ridiculiza y señala. Así, la hace cercana y reconocible, y esquiva a los posibles aludidos de hechos, comportamientos y situaciones. O quizá sea a la inversa, y tome de la realidad y vaya marcha atrás, hasta alcanzar la risa y el patetismo que dan forma a la sátira y a la exageración, fundamentales para detallar momentos de la Transición expuesta en la trilogía nacional. Iniciada en La escopeta nacional (1978), con el reparto del pastel democrático, continuó en Patrimonio nacional (1980) y para cerrar el ciclo en Nacional III (1982), film que fue posible debido a la insistencia de Berlanga en realizar una tercera entrega de los Leguineche, convencido de que los caóticos tiempos que vivía el país podrían servirle para satirizar la España del golpe de estado del 23 de febrero de 1981, la misma del mundial de fútbol de 1982, la del cine del destape y el país de la evasión de capital. Estos aspectos dan forma a la última película de la trilogía, en la que de un modo un tanto irregular Berlanga plasmó algunos de los aspectos más destacados de esa nueva democrática que Rafael Gil también había satirizado en Y al tercer año resucitó (1980), pero con menor fortuna satírica que la protagonizada por los Leguineche, una familia de la nobleza venida a menos, pero que no ha perdido la ilusión de seguir viviendo sin dar palo al agua. En Nacional III la trama gira en torno a la idea de Luis José (José Luis López Vázquez) y señora (Amparo Soler Leal) de sacar del país el dinero que le ha proporcionado la venta de la finca extremeña que ella hereda a la muerte de su padre, defunción que ha convencido a Luis José para acercarse a su esposa, no tanto por cariño y duelo como por la fortuna heredada. Pero esta pareja es inexperta en los tejemanejes ilegales que están de moda, incluso existen empresas que se dedican a sacar las divisas y ponerlas en cualquier lugar del mundo, aunque existe un pequeño inconveniente, que el heredero del marqués no se fía de este tipo de negocio, y el matrimonio pide ayuda al señor marqués (Luis Escobar), que bastantes problemas tiene ya, intentando no caer en las redes de su ama de llaves, empeñada en que se case con ella.

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