Fort Bravo (1953)
El eje narrativo de Fort Bravo (Escape from Fort Bravo, 1953) no reside ni en la fuga de los convictos ni en el posterior enfrentamiento contra un grupo de indios, ambas circunstancias no sería más que dos "McGuffin" para ayudar al desarrollo de una acción que habla del amor, la desilusión, la admiración o del rechazo que se produce entre los vértices de triángulo amoroso que se encuentran dentro de un entorno hostil, y en una época que les impide un comportamiento distinto al que muestran. La ubicación de Fort Bravo imposibilita las fugas de los prisioneros confederados, no solo por la dificultad del terreno o porque los indios mescaleros se encuentran en pie de guerra, sino por la presencia del capitán Roper (William Holden), quien no duda en realizar su trabajo como el soldado profesional que es, aunque esto implique emplear métodos que el resto de sus compañeros desaprueban. En la presentación que John Sturges realiza del personaje ya queda claro. El capitán Roper asoma en la pantalla decidido e implacable, arrastrando por el desierto a Bailey (John Lupton), el fugitivo que ha capturado después de un intento fallido de evasión. Roper no le castiga por sadismo, como algunos creen, lo hace porque está convencido de que es el modo correcto de actuar con alguien a quien considera un cobarde. Además, le sirve para enviar un mensaje de advertencia al resto de prisioneros que piensan en la fuga. Aquellos que le observan le juzgan como un tipo desalmado, sin corazón, pero esa hipótesis se viene abajo cuando Carla Forester (Eleanor Parker) llega al fuerte para asistir a la boda entre Alice Owens (Polly Bergen) y el teniente Beecher (Richard Anderson). Este último siempre duda de las intenciones de su superior, hasta el punto de postergar su luna de miel para asegurarse de que Roper no comete ningún acto censurable. La relación entre Roper y Carla se desarrolla durante un breve espacio de tiempo, pero suficiente para que ambos se enamoren, aunque esa no sería la intención inicial de ella, ya que su asistencia a la ceremonia sólo es una excusa para poner en práctica el plan de fuga con el que pretende ayudar a escapar a su prometido, el capitán John Marsh (John Forsythe), y a otro tres prisioneros (entre los que se encuentra Bailey, a quien también se juzga erroneamente). La mañana siguiente a la boda Roper descubre la decepción y la rabia que le crea el saberse burlado por la mujer a quien se declaró la noche anterior; dichas emociones no pasan desapercibidas para un teniente que está convencido de que si no acompaña a Roper, éste dará rienda suelta a su violencia en cuanto alcance a los fugitivos (cuestión que se todos dan por hecho); pero si se profundiza en lo que se ha visto hasta ese instante se descubre que el capitán se rige por un código que no le permitiría realizar actos censurables, al menos no los que juzga Beecher.
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