La tentación vive arriba (1955)
Con la llegada del verano a Manhattan, muchos maridos envían a sus familias a la playa o a la montaña, y lo hacen porque deben continuar trabajando, sacrificándose para poder ofrecerles cuanto necesitan. Aunque por lo que se juzga en la estación, cuando parte el tren repleto de esposas e hijos, no parece que el trabajo sea lo único que ocupará su tiempo durante la época estival, cuando el instinto de "cazador rodríguez" cobra mayor fuerza y el macho de la especie se decide a acechar a cualquier hembra que haya quedado rezagada en la jungla urbana. La tentación vive arriba (The Seven Year Itch) parte de la premisa del hombre casado que se encuentra ante la tentación de un mes de soltería, todo un aliciente para desempolvar viejas armas con las que cobrar sus presas, pero Richard Sherman (Tom Ewell) resulta menos fiero que sus posibles víctimas, ya que se trata de un individuo de mediana edad en plena crisis existencial, dividido entre el apetito carnal que en él despierta su joven vecina (Marilyn Monroe) y la fidelidad marital hacia la mujer ausente (Evelyn Keyes), pero que siempre se encuentra presente en su pensamiento. Billy Wilder afirmó que la película no era de su agrado, postura lógica cuando se la compara con la mayoría de sus comedias. Para empezar, no le gustó que no le permitieran emplear un enfoque más incorrecto (en cuanto al tema sexual) que el presentado en la comedia teatral escrita por George Axelrod, también colaborador en el guion. Tampoco le gustó porque los productores no quisieron contratar a un joven y desconocido actor al que Wilder había visto y a quien pretendía para el papel principal, consciente de que haría que la película fuese mejor de lo que es. Aquel desconocido respondía al nombre de Walter Matthau y, sin dudas al respecto, este imprescindible del cine hollywoodiense ofrecería un enfoque más divertido y cínico del personaje, más del gusto de un director que contaría con él en En bandeja de plata (1966), Primera plana (1974) y Aquí un amigo (1981). No obstante, a pesar de no estar entre lo mejor de Wilder, La tentación vive arriba posee parte de la acidez y de la lucidez del cineasta, empleadas para tratar temas como el sexo, el adulterio o la crisis de los cuarenta, ya que el personaje principal es un hombre a punto de cumplirlos, y los siete años de matrimonio a sus espaldas le han conducido al estado de confusión en el que se encuentra. Es evidente que la presencia de Matthau habría servido para dar un enfoque distinto al de Tom Ewell, que había interpretado al personaje en la versión teatral, ya que la actuación de Ewell produce la sensación de estar observando a un actor que no convence en su intento por comunicar lo que el director pretendía. Todo lo contrario ocurre con la presencia de Marilyn Monroe, quien, con su constante acaloramiento, crea un ambiente que alcanza su máxima cota en la escena del vestido, cuando se detiene sobre una salida de ventilación del metro para refrescarse (y eso que de ahí sale aire caliente). Esta escena se convirtió en uno de los grandes mitos cinematográficos y seguramente fue uno de los grandes atractivos del rodaje. <<mi gente se peleaba por ver quien iba a encender el ventilador debajo de la reja>>, recordó tiempo después el bueno de Wilder.
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