viernes, 29 de abril de 2011

Encrucijada de odios (1947)



En la sombra de una habitación cae muerto un hombre que ha sido apaleado por un personaje a quien no se ha visto el rostro. Así de contundente es el inicio de una más que excelente muestra del cine negro americano de la década de 1940 en la que se presenta a personajes oscuros y complejos que acaban de regresar de una guerra que les ha mantenido alejados de sus hogares durante años. Son seres desconfiados, dominados por sus miedos y por sus reproches cuando regresan a la sociedad de la que han estado alejados. Este acercamiento les crea un conflicto interno que en algunos casos llega a convertirse en un odio irracional, consecuencia de las frustraciones, temores y de la ignorancia en la que se escudan y con la que justifican unos actos censurables. Sin lugar a dudas, Encrucijada de Odios (Crossfire, 1947) se encuentra entre lo mejor de Edward Dmytryk, cuya filmografía resulta más que interesante, aunque parte de la misma haya sido olvidada, como sucede con la de otros buenos cineastas de un Hollywood ya inexistente, donde se realizaban magníficas películas como esta tensa intriga que se vuelve claustrofóbica gracias a la excelente fotografía en blanco y negro de J. Roy Hunt, la cual transmite la atmósfera de desesperación y tensión que atrapa desde su primer minuto tanto a los personajes como al espectador. Además, cabe destacar la puesta en imágenes de Dmytryk, que parte del guión de John Paxton, que a su vez adaptaba una novela del también director Richard Brooks. El film nos adentra por un paisaje nocturno habitado por individuos desarraigados, perdedores y, a menudo, amenazantes. Las interpretaciones están a la altura, todos y cada uno de los protagonistas recrean a unos individuos con personalidad propia y con un fondo que, aunque se conozca, sí se intuye. Por otra parte, cabe destacar el uso que Dmytryk hizo de los retrocesos temporales, narrados desde el punto de vista de los implicados a quienes interroga el policía encargado del caso, lo cual aporta la información necesaria para la comprensión de la trama, pero sin llegar a desvelar la intriga que se mantiene hasta la conclusión de Encrucijada de odios, una magnífica muestra de cine negro, opresiva y turbadora que no deja indiferente y que muestra el regreso a la sociedad de seres que no logran acomodarse dentro de la misma porque se encuentran desorientados tras su regreso del frente.

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