La venganza de Don Mendo (1961)
Desde su nacimiento, cuando su madre se encontraba en Sudamérica realizando una turné, el teatro entró a formar parte de la vida de Fernando Fernán Gómez; más adelante, también de su profesión y de su obra literaria y cinematográfica, como delata que en su faceta de guionista y director de películas adaptase seis piezas teatrales. Entre estas, destaca la cómica desventura de Don Mendo a lo largo de una disparatada sucesión de encuentros y desencuentros de personajes que dan rienda suelta a su rima mordaz por unos decorados que resaltan, sin complejos y con gran desparpajo, su intención de hacer reír a costa de un medievo castellano durante el cual hasta el apuntador se ve involucrado, cuando recibe en su pecho una saeta que no encuentra otro destinatario. Pero cuatro son los principales protagonistas de tan hilarante adaptación que Fernán Gómez realizó de la obra de Pedro Muñoz Seca: Magdalena (Paloma Valdés), de las clásicas gallinas la más coqueta, Don Mendo Salazar, marqués de Cabra, convertido en primo por la palabra dada, Don Pero Collado, duque de Toro (Juanjo Menéndez), cornudo como el blasón de su escudo, y Don Nuño Manso de Jarama (Joaquín Roa), deshonrado por la afición de su hija a la cama. La venganza de Don Mendo (1961) rebosa de ingenio y humor disparatado para narrar el infortunio del Marqués de Cabra, caballero enamorado de la bella y ardiente dama que no duda ni un instante en traicionarlo para mantener su dudosa honra resplandeciente. Magdalena en la mentira se protege, pues salvaguardar su buen nombre debe, aunque en su empeño al leal galán a ser emparedado en la mazmorra condene. Allí, en la fría penumbra, el menda llora su pena, después de que el de Toro le pillase infraganti en la alcoba de la prenda, quien sin el menor rubor a Mendo Salazar acusó de ladrón y merodeador. A raíz de su infortunio, de su gran caballerosidad y de la malicia de su amante, el hidalgo es condenado por ladrón y mangante. Mas el buen don Mendo, consciente de la palabra dada, oculta la verdad para salvaguardar la honra de la dama a quien entregó el amor que portaba en su pecho, si bien la moza resultó ser una interesada que solo buscaba ascenso social y compañía en el lecho. Ante este panorama el noble de Cabra de suicidio habla, pero, merced a la intervención del marqués de Moncada (José Vivó), el desdichado calla y escapa, pero sellando su funesto destino al jurar la venganza que tanto reclama. Para borrar el oprobio reniega de su nombre, de su hidalguía y se pierde en el transcurrir del tiempo, que inexorable avanza entre las satíricas batallas que enfrentan al bando castellano y al sarraceno, hasta que se detiene para devolver al vengador, que reaparece en el campamento del astado ejerciendo de trovador. Mas allí se encuentra el rey Alfonso VII (Antonio Garisa), el nuevo amante de la ardiente esposa de Collado, aquella Magdalena traicionera y briosa a quien se le antojo un emparedado. La joven, también presente en el descampado, de nuevo desata su ardor desbocado, pues del apuesto cantante se ha encaprichado, pero sin saber que aquel amante condenado es el juglar, cuya gallardía y entonación al trovar su romance conquista los corazones de la fogosa reina (Lina Canelejas) y otras bellas cortesanas presentes en el regio lugar. Mas el menda de Don Mendo no busca placer ni amorío, pues solo le interesa llevar a cabo su albedrío, que si no libre sí salpica de sangre el suelo frío, donde concluyen los agravios y líos de Don Pero, el marido toreado, Magdalena, la esposa golosa, y Mendo, el iluso ultrajado.
Me encanta esta peli. La adquirí hace poco y la he visto unas cuantas veces. Estupendo cómo los personajes se expresan en verso durante todo el metraje de una manera tan seria y, por ende, tan cómica. (Geniales, entre otras, claro, esa explicación de don Mendo acerca de cómo perdió fortuna jugando a las siete y media o la primera vez que sale tocando el laúd a ritmo de un vozarrón de ópera) Todo un clásico que hay que recuperar.
ResponderEliminarSaludos.
No podría estar más de acuerdo con tus palabras. Sin duda se trata de uno de los clásicos más originales y divertidos del cine español.
EliminarSaludos a ti también, y gracias por el comentario.