La productora inglesa Ealing suele recordarse por sus míticas comedias, aquellas que presentan desde un realismo costumbrista parte de la idiosincrasia británica, pero en el seno de la compañía dirigida por Michael Balcon se produjeron más de un centenar de películas, ya fuesen de propaganda bélica, rodadas durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, dramas de época, sobre todo después de que Balcon firmase un acuerdo con Arthur Rank que salvó a la productora de la bancarrota o, en contadas ocasiones, de corte fantástico, género que no era del gusto del gerente de la empresa. A pesar de las reticencias de Michael Balcon a alejarse del realismo, uno de los grandes éxitos y aciertos del estudio se inscribe dentro del terror fantástico; Al morir la noche (Dead of Night) partió de una idea de Charles Frend, aunque éste abandonó un proyecto que finalmente llevaron a cabo el brasileño Alberto Cavalcanti, autor de los capítulos Christmas Party y The Ventriloquist's Dummy, Charles Crichton, que enfocó su episodio, Golfing Story, desde el humor, Basil Dearden, responsable de la narración central y del capítulo Hearse Driver, y Robert Hamer, encargado de The Haunting Mirror. Al morir la noche (Dead of Night) puede verse como un film de episodios unidos por un nexo común, que se descubre en una sala donde se reúnen los siete personajes que los narran, uno de los cuales afirma sorprendido que conoce a todos los presentes, a pesar de no haberles visto con anterioridad. El señor Craig (Mervyn Johns) no da crédito a lo que ven sus ojos, allí, ante él, se encuentran los personajes con quienes sueña; así pues, ante su sorpresa, los demás le apuran para que cuente su experiencia, y éste les hace partícipes de la preocupación onírica que viene sufriendo desde tiempo atrás. Las reacciones no se hacen esperar, aunque ninguno se escandaliza, incluso le creen y confiesan haber experimentado fenómenos paranormales. Solo el doctor Van Straaten (Frederick Valk) parece convencido de que todo cuanto escucha tiene una explicación racional y científica, de hecho, parece tener respuesta para cada una de las cinco historias que relatan los invitados, (una de las cuales es contada por él mismo) en las que se descubre la presencia de la muerte, de fantasmas o de seres poseídos. Cada invitado habla, pero son las imágenes las que acercan al espectador a los insólitos hechos que completan esta magnífica propuesta que presenta aspectos inquietantes como los narrados en las excelentes The Haunted Mirror o The Ventriloquist's Dummy, o humorísticos como la rivalidad que se descubre en Golfing Story, en la que dos amigos se apuestan el amor de una joven en una partida de golf. Sin olvidar Hearse Driver y, en menor medida, Christmas Party, las cinco fantasías o realidades, según quien lo mire, funcionan a la perfección gracias a la ingeniosa historia-enlace en la que se descubre a Craig, temeroso de que su pesadilla se convierta en realidad mientras el doctor intenta convencerlo de que nada escapa a la razón científica.
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