La constante presencia de la guerra no implica que Vida y muerte del Coronel Blimp (The Life and Desth of Colonel Blimp, 1943) sea un film bélico, pero sí se posiciona crítico con el régimen que amenazaba al mundo en los años de la Segunda Guerra Mundial, pero no lo hace desde la perspectiva de otras producciones propagandísticas, pues el film de Powell-Pressburger se centra en dos individuos y en la inquebrantable amistad que les une más allá del espacio y del tiempo, aquella desde la que se descubre su búsqueda existencial. Una piscina, decenas de trofeos de caza, un álbum fotográfico y artículos de prensa fueron las elipsis empleadas por Michael Powell y Emerich Pressburger para primero retroceder (la piscina) y luego avanzar en el desarrollo de la relación de dos oficiales separados por sus diferentes nacionalidades, pero unidos por el recuerdo del instante que marcó sus vidas. Vida y muerte del coronel Blimp (Colonel Blimp) fue el primer título que la pareja de cineastas filmó para The Archers, la productora que crearon para conseguir la independencia creativa que no hallarían dentro de los grandes estudios británicos de la época; y como fue habitual durante sus colaboraciones, ambos se encargaron de producir, escribir y dirigir. En esta película el paso del tiempo juega un papel fundamental, además de ser su mayor acierto. La historia arranca en el presente de 1943, cuando Gran Bretaña se enfrenta a una posible invasión por parte de las fuerzas alemanas, en un momento durante el cual la milicia civil se prepara para realizar un simulacro ante tal eventualidad, que inevitablemente conduce hasta el general Clive Candy (Roger Livesey), cuyos recuerdos provocan el viaje al pasado. En 1902 Candy es un joven teniente que, tras recibir una carta de Edith Hunter (Deborah Kerr), se traslada hasta Berlín para aclarar ciertos aspectos relacionados con la imagen del ejército británico en la guerra Bóer, pero el rechazo que provoca deriva en un duelo a espada con Theo Kretschmar-Schuldorff (Anton Walbrook), el oficial alemán que, durante la convalecencia de ambos en el hospital, se convierte en su mejor amigo, pero también en su rival en cuanto al amor que los dos sienten por Edith. Candy, oficial, amigo y caballero, acepta que aquélla corresponda al amor de Theo, sin embargo, cuando regresa a Inglaterra comprende que jamás podrá olvidarla, Y así avanza el tiempo, mostrando una sala que empieza a llenarse de trofeos de caza, hasta detenerse en 1918, en plena Gran Guerra, a cuya conclusión Candy contrae matrimonio con una joven (Deborah Kerr) en quien descubre la viva imagen de Edith, la mujer que no ha podido olvidar a pesar de los años. El tiempo sigue su inalterable curso, y con el los hechos que marcan el recorrido vital que se desarrolla en un periodo de cuatro décadas, durante las cuales se producen las pérdidas de seres queridos o las guerras que no logran separar a ambos amigos, pues les une un lazo nostálgico que en el presente, después de que Theo reniegue de una patria que ya no reconoce, se descubre en la figura de una tercera mujer, similar a aquellas que marcaron sus vidas.
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