sábado, 2 de febrero de 2013

Quo vadis? (1951)


El cine histórico se toma ciertas libertades a la hora de exponer los hechos que narra, sin embargo dicha circunstancia no sería ajena a la propia Historia si uno se permite pensar que buena parte de los datos y sucesos que la conforman podrían haber sido expuestos desde la subjetividad de quienes la han escrito, a pesar de existir, o no, una intención objetiva en el análisis y exposición de las fuentes directas e indirectas, que por otra parte también podrían ser incompletas o mostrar cierta predisposición a no ser parciales. Así pues, si es posible dudar por un instante de lo escrito podría asumirse que existen alteraciones, errores o puntos de vista divergentes en cuanto a los acontecimientos que forman parte del pasado. Partiendo de esta premisa, acertada o no, se justifica que el guión de Quo Vadis? se tome licencias dramáticas que alteran hechos y personajes, por lo tanto podría decirse que el problema del cine histórico y de esta película en concreto no reside en dramatizar ni situaciones ni personajes, sino en el riesgo de caer en una exposición narrativa forzada, acartonada y lineal, que impide un desarrollo convincente y equilibrado de aquello que se cuenta, lo cual provoca que hechos y personajes pierdan interés, y aquí es donde flojea el film de Mervyn LeRoy, en la falta de un guión más sólido y en su puesta en escena, llena de altibajos. Dicho esto cabe señalar que la acción transcurre en la Roma Imperial, en el año 64 de la era cristiana, cuando los miembros de una secta nacida en Palestina se encuentran esparcidos por todo el mundo conocido (que según fuentes históricas de la época sería él único que había), conviviendo con el resto de los habitantes de un imperio gobernado por Nerón (Peter Ustinov), emperador cuyo desequilibrio se descubre mientras se aferra a su lira o recita sus pésimas composiciones poéticas aplaudidas por unos súbditos que le adulan. El contexto histórico muestra los primeros momentos del cristianismo en Roma, donde existe una creciente colonia de seguidores de la doctrina predicada por Jesucristo, sin que todavía sean perseguidos oficialmente por ese grotesco gobernante que se deja guiar por su esposa (Patricia Laffan), resentida con el legado Marco Vinicio (Robert Taylor) cuando este la rechaza prefiriendo el amor de Ligia (Deborah Kerr). La relación entre el romano y la cristiana provoca que el film se convierta en un drama romántico que se desarrolla al tiempo que aumenta la inestabilidad social creada por el desequilibrio de un gobernante narcisista que no tiene mejor idea que incendiar Roma por una cuestión de inspiración poética. Quo Vadis? fue la película más taquillera del año gracias, sobre todo, al empleo del technicolor que sirvió para llamar la atención del público, que acudiría en masa a las salas para disfrutar, o no, de los aspectos argumentales que dominan el film: el amor que surge entre una creyente y un no creyente que acabará creyendo, la persecución y condena de los cristianos o el comportamiento de Nerón, que posiblemente poco o nada tendría que ver con el real, pero sin atisbo de la épica que algunos de esos mismos espectadores descubrirían años después en otras producciones históricas ambientadas en la Roma clásica, como serían Ben-Hur (1959) y su carrera de cuadrigas o la revuelta libertaria de Espartaco (1960). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario