La que iba ser la última película de Hayao Miyazaki, El viento se levanta (2013), finalmente no lo fue, tampoco fue el primer film producido por Studio Ghibli que se alejaba de la fantasía. Tal honor recae en el film de su hijo Goro, La colina de las amapolas (2010), pero sí fue la primera biografía animada del estudio y un film que supuso un nuevo paso en la carrera del popular maestro de la animación japonesa, que escogió la historia biográfica de Jiro Horikoshi, el diseñador del caza japonés conocido como Zero. Sin duda, se trataba de su película menos infantil, no solo por carecer de elementos fantásticos, sino por la complejidad que suponía centrarse en la biografía animada del diseñador del caza Mitsubishi A6M Zero que la aviación japonesa empleó durante la Segunda Guerra Mundial. Dudó en hacerla, recordó su productor Toshio Suzuki, pero, finalmente, se decidió y llevó a cabo el proyecto que iba a ser su despedida. Miyazaki explicaba sus intenciones de la siguiente manera: <<Quiero retratar a una persona dedicada que persigue su sueño sin rodeos. Los sueños poseen un elemento de locura, y tal veneno no se debe ocultar. Anhelar algo demasiado bello puede arruinarle a uno. Oscilar hacia la belleza no es gratis. Jiro será maltratado y derrotado, su carrera de diseñador se interrumpirá. Sin embargo, Jiro fue un individuo de originalidad sublime y talento. Esto es lo que trataremos de representar en la película>>. (1) Y las llevó a cabo mezclando datos históricos y ficción para dar como resultado la historia de un sueño y de un soñador, la de un amor y la de una amistad en tiempos del militarismo y expansionismo que llevó a Japón a invadir parte del continente asiático, creando el estado títere de Manchukuo en 1931 y entrando en guerra con China en 1937.
El viento se levanta se inicia con Jiro niño, soñando con los aviones y con el diseñador italiano que admira y con quien establece una relación onírica en sueños que permiten a Miyazaki escapar del realismo y de la Historia. No obstante, nunca pierde de vista la realidad histórica en la que vive su héroe, de hecho es su única película en la que le presta atención, puesto que su protagonista forma parte de ella. Como tantos biopics, la trama avanza en el tiempo y muestra a Jiro en su etapa de estudiante de ingeniería. Viaja en un tren y se produce su primer encuentro con Nahoko. Igual que sucede en otras películas de Miyazaki es amor a primera vista, aunque se ve interrumpido por el Gran terremoto de Kantô en 1923, que devasta Tokio. Pasan los años, la Gran Depresión económica afecta al mundo, Japón invade Manchuria, en Alemania los nazis alcanzan el poder y el joven Jiro trabaja en Mitsubishi, empresa en horas bajas en la que había entrado a trabajar en 1927. Allí coincide con su amigo Honjo, que también es ingeniero aeronáutico. Ambos son enviados a Alemania como parte de la colaboración entre los dos países. Esta relación es una de las principales del film, la otra de peso es la historia de amor que se reinicia cuando, en un hotel de montaña, se produce su reencuentro con la mujer que ama. No cabe duda que en El viento se levanta Miyazaki puso el corazón, su pasión por la aeronáutica y el mensaje de toda su obra. Lo inserta en el título, se pronuncia en varias ocasiones —<<el viento se levanta, hay que intentar vivir>>— y lo confirma verbalmente por mediación de Nahoko, cuando ella afirma a Jiro que <<estar vivo es maravilloso>>; y eso es lo que los personajes del animador japonés desean y sienten, incluso en los momentos más difíciles y dolorosos, o más si cabe cuando el tiempo juega en su contra, como le sucede a Naoko o al protagonista de Vivir (Ikiru, Akira Kurosawa, 1952). Ese parece ser el mensaje que Miyazaki quería para este film cuyo protagonista vive dos amores y dos sueños…
(1) Hayao Miyazaki, citado por Toshio Suzuki: Ghibli. Una historia de amor (traducción de Laura Olvera). Confluencias, Almería, 2023.
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