Aunque Giovanna Cecchi hubiese firmado sus guiones con el nombre y apellido, seguiría siendo una figura clave en el cine italiano. Así lo atestiguan sus sesenta años de carrera y sus más de cien guiones cinematográficos. Pero la importancia de esta prestigiosa guionista no se encuentra en la cantidad de películas en las que participó, sino en la calidad que atesoran algunas de las mismas, títulos fundamentales para comprender la evolución tanto del cine italiano como del cine mundial. La lista de cineastas que rodaron guiones escritos o coescritos por la escritora romana se extiende desde Vittorio de Sica a Luchino Visconti, pasando por Mario Monicelli, Michelangelo Antonioni, Renato Castellani o Francesco Rosi. ¡Ahí es nada! Esta ilustre guionista, periodista y traductora, nacida en julio de 1914, y apodada Suso desde su infancia, heredó su Cecchi del apellido paterno y el D'Amico de su matrimonio con el musicólogo Fidele D'Amico. Juntos, los tres nombres, resultan el Suso Cecchi D'Amico que asoma en los créditos de las imprescindibles Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette, Vittorio De Sica, 1948), Milagro en Milán (Miracolo a Milano, Vittorio De Sica, 1951), Senso (Luchino Visconti, 1954), Rufufú (I soliti ignoti, Mario Monicelli, 1958), Infierno en la ciudad (Nella città l’inferno, Renato Catellani, 1959), Rocco y sus hermanos (Rocco e i suoi fratelli, Luchino Visconti, 1960), Salvatore Giuliano (Francesco Rossi, 1962), El gatopardo (Il gattopardo, Luchino Visconti, 1963)... Y la lista se prolonga hasta completar una impresionante filmografía, la de una escritora cinematográfica que vivió el neorrealismo, evolucionó hacia la commedia all'italiana junto su amigo Monicelli y transitó el cine de denuncia al lado de Rossi. De madre pintora y padre escritor, Suso vivió su infancia en un ambiente intelectual que influyó a la hora de formar su carácter, fuerte, crítico, de refinado gusto literario y musical, gusto que posiblemente conectase con el de Visconti, con quien trabajaría de forma continuada hasta el fallecimiento del cineasta. La personalidad de Suso quedó patente durante los años de la Segunda Guerra Mundial, en su lucha antifascista y su pertenencia a la resistencia, y posteriormente en su contribución al cine durante las seis décadas que siguieron a su primer guion firmado, que también contaba con la participación de Emilio Cecchi, su padre, quien ya poseía amplia experiencia cinematográfica. La película en cuestión es Mi hijo profesor (Mio figlio professore, Renato Castellani, 1946), un sentimental ejemplo de neorrealismo interpretado por un inolvidable Aldo Fabrizi. Ese primer guion fue el inicio de la carrera de Suso Cecchi D’Amico, a la par del nacimiento de uno de los mayores instantes de esplendor del cine italiano y del primer paso hacia la modernización de la expresión cinematográfica en la que fue parte protagonista.
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