La ausencia del supuesto protagonista de Salvatore Giuliano (1961), solo se muestra su cadáver y el retrato que han colocado en su lápida, puede llamar la atención a quienes desconozcan la intención de Francesco Rosi de reflexionar sobre la posguerra y sobre un espacio (Sicilia) anclado en el pasado, donde las fuerzas políticas, las del orden y las organizaciones delictivas intentan imponer sus intereses. Los verdaderos protagonistas del film, que iba a titularse Sicilia 1936-1960, son la época, el espacio, las fuerzas vivas que lo ocupan y la novedosa crónica expositiva de Rosi, que indaga en las sombras de la historia desde los continuos saltos temporales que rompen la linealidad de este título clave en la evolución-modernización de la cinematografía italiana (y mundial) que se produjo en la década de 1960. Como consecuencia, se comprende que el director italiano ni pretendió realizar una película biográfica ni una aproximación romántica al héroe popular, como la filmada veinticinco años después por Michael Cimino en El Siciliano (The Sicilian, 1986). Al responsable de Los mercaderes (I magliare, 1959) no le interesaba este aspecto de la no historia, le interesaba la historia o, mejor dicho, investigar y plantear hipótesis sobre los distintos aspectos que se ocultan tras la misma, de ahí que su tercer largometraje reconstruya el rompecabezas que encuentra su pieza inicial en la muerte de Giuliano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario