Camino de Santa Fe (1940)
A pesar de que Camino de santa Fe (Santa Fe Trail, 1940) se ubica en un momento concreto de la Historia de los Estados Unidos, su guionista, Robert Buckner, se tomó numerosas libertades a la hora de desarrollar la trama, decantándose por exponerla desde la aventura, al servicio de Errol Flynn. Por aquel entonces, el actor australiano era una de las grandes estrellas masculinas de la Warner, el icono del aventurero forjado en películas ambientadas tanto en la Inglaterra del rey Ricardo Corazón de León como en el mar Caribe, o posteriormente en el ámbito del western donde se produce la acción de Murieron con las botas puestas (Raoul Walsh, 1941) o Camino de Santa Fe, ambientada esta última durante un periodo inmediatamente anterior a la abolición de la esclavitud y al estallido del conflicto que dividió la nación en dos. De hecho, muchos de los personajes de mayor entidad del film de Michael Curtiz asumen sus nombres de los reales que alcanzarían importancia y notoriedad en los años posteriores al tiempo narrativo en el que se desarrolla la película.
La trama de Camino de Santa Fe se abre con un prólogo que sitúa su historia en la academia militar de West Point, cuando la nación estadounidense era tan joven como los cadetes que se preparan para acatar órdenes y darlas. Entre aquellos futuros oficiales se descubre a George Custer (Ronald Reagan), Jeb Stuart (Errol Flynn), Phil Sheridan (David Bruce) y otros militares que alcanzarían renombre. Pero entre estos jóvenes también se encuentra el cadete Rader (Van Heflin), a quien se expulsa durante el último curso académico, después de su enfrentamiento con Stuart, por sus constantes intentos de reclutar compañeros para la causa de un tal John Brown. Tras el preámbulo, dentro del cual se expone el problema de la esclavitud y la premisa de que los militares deben mantenerse al margen de cuestiones de índole político, la acción se traslada a Fort Leavenworth, en el camino de Santa Fe, donde John Brown (Raymond Massey) y sus seguidores siembran el terror en su afán por abolir la esclavitud. Camino de Santa Fe ni pretende resolver las dudas que plantea su contenido ni toma más partido que el de la acción, el entretenimiento, el romance y el héroe, pero su falta de posicionamiento sobre un tema tan complejo no cae en el error de mostrar a Brown como un malvado o villano al uso del cine de aventuras hollywoodiense. Y no lo hace porque su idea, la que decide su comportamiento, resulta moralmente más justa que la contemplada por la ley; pero el problema no consiste en qué defiende o qué pretende conseguir, sino el cómo, puesto que este hombre ha dejado atrás la vía pacífica, dominado por la obsesión de conseguir la abolición a cualquier precio. Así pues, su visión de la igualdad conlleva sangre, hecho que le convierte, a ojos de la justicia política y militar, en un peligroso criminal que debe ser capturado antes de que provoque una sangrienta revuelta civil que, por la fuerza, acabe con la aberración legalizada de que alguien pueda ser dueño de un semejante. Por las palabras de Brown, a quien apoyan importantes hombres de negocios y políticos del norte, se sabe que lleva años luchando contra la ausencia de igualdad, primero desde una perspectiva pacífica y posteriormente, ante la nulidad de aquella, mediante el empleo de las armas. Desde el momento en el que este personaje, de loables intenciones, se toma la justicia por su mano se transforma en un ser maquiavélico a quien no le importan los medios con tal de alcanzar su fin, hecho que le convierte en el enemigo a quien Stuart, Custer y compañía se enfrentan sin entrar en cuestiones de índole político o personales, pues ellos son militares que deben defender un sistema que poco después se dividiría y se enfrentaría en una sangrienta guerra civil. A pesar de la falta de rigurosidad histórica y de la escasa pronunciación sobre el tema en cuestión, Michael Curtiz manejó el material de Buckner con su habitual precisión, logrando un excelente ritmo narrativo capaz de crear la constante sensación de movilidad que favorece la acción, dejando para los historiadores o pensadores las posibles reflexiones sobre las dos posturas que se enfrentan en su film, en el que prevalece por encima de todo un tono aventurero, aderezado con una pequeña dosis de romance entre Stuart y Kit Hollyday (Olivia de Havilland) y con puntuales momentos de humor a cargo de dos personajes secundarios interpretados por Alan Hale y Guinn "Big Boy" Williams.
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