Desde su salto a la fama como protagonista de Abierto hasta el amanecer George Clooney ha sabido llevar su carrera de actor hasta esa posición privilegiada que permite elegir proyectos, producirlos, escribirlos y dirigirlos, películas como Los Idus de marzo (The Ides of March), su cuarto film como realizador y una cínica disección del mundo de la política, centrado en los entresijos de la campaña electoral de Mike Morris (George Clooney), candidato que compite por un cargo que anhela por encima de sus propias convicciones. Morris se muestra íntegro en su discurso cuando asoma al escenario para exponer sus intenciones y sus valores, sacrificables en el momento de elegir entre mantenerse fiel a sus principios o aceptar un acuerdo que le permitiría obtener la candidatura a la presidencia. Los escándalos, las mentiras o los intereses ajenos a su programa parecen no tener cabida en la figura de un político elegante y seguro, de talante liberal y defensor de la ecología, la diversidad y la constitución, posicionado en contra de guerras intervencionistas, de segregaciones raciales o culturales y de un mundo condicionado por su alarmante dependencia del petroleo. En un primer momento se descubre que detrás de esta perfecta imagen del político se esconde un equipo de asesores, quizá los verdaderos artífices de sus victorias y derrotas, individuos preparados para escribir discursos, lidiar con la prensa, atacar al rival o defender a su creación de posibles imprevistos que alteren la opinión pública o la buena marcha de la campaña. Stephen Meyers (Ryan Gosling) es uno de esos hombres en la sombra, creador de imágenes, ambicioso y vanidoso, sin embargo parece creer en lo que hace y por quien lo hace, ya que confiesa trabajar para un político comprometido capaz de devolver el esplendor a la nación. No obstante, sus palabras de lealtad hacia el candidato se ponen en entredicho a raíz de la llamada de Tom Duffy (Paul Giamatti), el jefe de la campaña rival, que le propone un encuentro que marca el devenir de los hechos que se desarrollan tras la cita secreta, a partir de la cual se irá descubriendo la verdadera naturaleza de los políticos, asesores y periodistas que campan por el film. Así pues, no sorprende que la imagen de íntegridad que se tiene del gobernador se venga abajo cuando Stephen descubre el idilio que el candidato mantuvo en el pasado con la becaria con quien el asesor se acuesta en el presente: Molly (Evan Rachel Wood), joven, vital y víctima de los intereses de individuos capaces de vender su lealtad o sus convicciones porque en su visión de la política todo vale, incluso traicionar a los amigos (si éstos pueden existir en un entorno hostil) y a los ideales que presumen defender, y que pierden su valor cuando se interponen las ambiciones personales que son las que realmente marcan sus comportamientos.
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