Para disfrutar por completo Los siete magníficos (The Magnificent Seven, 1960) lo mejor es no caer en la tentación de compararla con Los siete samuráis (Shichinin no Samurai, 1954), una de las obras maestras de Akira Kurosawa y una de las grandes obras del séptimo arte. De hacerlo, el film de John Sturges saldría mal parado y esto sería injusto para un western épico que reúne a un grupo de mercenarios que buscan un sentido a sus vidas, por lo que deciden defender a los habitantes del pueblo mexicano que se muestra al principio de la película. Cada cierto tiempo, Calvera (Eli Wallach) se presenta con sus huestes en la aldea, donde se apodera de aquello que le apetece, sin que los hombres del pueblo hagan algo para evitarlo; no pueden, no tienen armas y, sobre todo, tienen miedo. Sólo les quedan dos opciones: marcharse o quedarse y luchar, como les aconseja el anciano (Vladimir Sokoloff), pero para esto último necesitarían armas, ¿a dónde acudir a comprarlas? Cuando los tres campesinos elegidos para conseguir la mercancía llegan al pueblo fronterizo, descubren que se celebra un funeral un tanto peculiar; allí observan como dos hombres que, no se conocen, suben a un coche fúnebre que nadie se ha atrevido a conducir hasta el cementerio. Lo que sucede a continuación convence a los campesinos de que de nada les servirían las pistolas sin tipos que sepan manejarlas; sin embargo, poco tienen que ofrecer a cambio de unos servicios que podrían implicar la muerte. Los pistoleros expuestos por Sturges son hombres desencantados con su oficio, con su pasado y con su presente; buscan un algo que les haga sentirse diferentes, y que les aparte de una vida que les ha proporcionado sin sabores; ese sensación de haber dejado escapar el tiempo anima a Chris (Yul Brynner) para aceptar la propuesta de los agricultores, a pesar de que sólo le pueden ofrecer veinte dólares por el trabajo, la misma cantidad que recibirán los otros seis magníficos que él mismo elegirá, empezando por Vin (Steve McQueen), a quien ya ha tenido la oportunidad de ver en acción. El reclutamiento del resto del equipo ocupa la primera parte del metraje, mostrando quiénes son y por qué se deciden a emprender un viaje cuyo final podría ser la muerte. Así se unen O'Reilly (Charles Bronson), el elegido de los niños del pueblo, Lee (Robert Vaughn), la ansiedad y el miedo han mermado su confianza en sí mismo, Harry (Brad Dexter), siempre preguntando si hay oro o algo de valor, porque se niega a creer que actúen sólo por esos veinte dólares, Britt (James Coburn), a quien nadie le dice cuándo o de dónde debe irse y, finalmente, Chico (Horst Buchholz), el joven rechazado por su inexperiencia, pero que no se rinde y les sigue hasta demostrar que también él puede ser un magnífico. Los primeros momentos en el pueblo sirven para que conozcan a las gentes, sus costumbres y sus sacrificios; de igual modo que disponen las defensas o entrenan a los habitantes para el inevitable enfrentamiento. La lucha entre los siete y los bandidos se salda en un primer momento a favor de los magníficos, gracias al factor sorpresa y a su talento con las armas. Pero la batalla definitiva no se produce hasta después de la traición de Sotero (Rico Alaniz), un campesino que entrega a los siete porque cree que de ese modo protege a los suyos; ahora los sorprendidos son los magníficos, sorpresa que aumenta cuando Calvero inesperadamente decide dejarles ir, convencido de que no regresarán; sin embargo, estos hombres no actúan desde la lógica sino desde el vínculo que les une a los campesinos y las sensaciones que han descubierto entre ellos.
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