Los Ángeles, noviembre de 2019, uno se pregunta qué son los
replicantes y quiénes son los
blade runner. Pero, sobre todo, ¿quién es Deckard? Según sus propias palabras, <<un ex-blade runner, un ex-policía, un ex-asesino>>. Sin embargo, los tres “ex” que Deckard (
Harrison Ford) emplea para definirse —y denotar su cansancio existencial— desaparecen cuando se ve obligado a regresar al servicio activo con la misión de retirar, eufemismo que emplean para evitar expresar que se trata de asesinar, a cuatro sintéticos que, prácticamente imposibles de distinguir de los humanos, han regresado al planeta donde nacieron. En ese instante, en el que se ve obligado a volver, Deckard se iguala a esos seres creados a imagen física, mental y emocional del ser humano, pero creados para ser siervos sin voz, condenados a obedecer y satisfacer a sus creadores. En este aspecto, como en tantos otros, apenas hay diferencia entre el cazador-investigador y sus presas, pues él mismo es un
gólem del sistema que le obliga a servirlo y perpetuarlo, pero, como Roy (
Rutger Hauer), también Deckard empieza a plantearse dudas y preguntas, más allá de las preparadas para el test que estudia la respuesta emocional de los entrevistados. Es el primer paso para su liberación de ese mundo oscuro, lluvioso, programado y deshumanizado por donde transcurre su investigación y se produce su encuentro con Rachel (
Sean Young), una
replicante tan humana que, al experto y a ella misma, le cuesta distinguir de una mujer normal. El cazador precisa cien preguntas para saberlo, momento en el que Tyrrell, el genio que la ha creado, le aclara que se trata de un modelo experimental de
clase nexus. A raíz de este descubrimiento, el conflicto moral que padece el blade runner se agudiza, más aún cuando siente que se ha enamorado de ella, una humanoide que siente y sufre como cualquier persona humana. Acaso ¿no son los sentimientos de Rachel idénticos a los suyos? ¿Qué les diferencia? Solo el modo de ser concebidos, tal vez ni siquiera eso. En un determinado momento, Deckard le desvela a Rachel su naturaleza; la tristeza y el desengaño se apoderan de ella, cuestión que obliga al policía a retractarse y decirle que se trata de un mal chiste. La voz en off (suprimida en el montaje de 1991) acompaña a Deckard en su transitar por un mundo futuro, oscuro, lluvioso e inquietante; dicha voz se convierte en su conciencia y en su memoria, y le revela como un antihéroe plagado de dudas y contradicciones. Descubre en los replicantes a seres capaces de comprender, de sentir y de querer. Dudan, temen, aman, …comparten las mismas emociones que los humanos; sienten aflicción ante la baja de sus compañeros, tienen problemas de envejecimiento, circunstancia que se traduce en un profundo temor a una muerte inevitable. Su regreso a La Tierra se debe a esa ansiedad provocada por la necesidad de encontrar respuestas a las dudas que se acumulan y que no se resuelven. ¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿Cuánto me queda?... son preguntas que Roy, el líder de los replicantes, realiza a su creador en una escena memorable. Este no humano muestra su humanidad en varias ocasiones, una de ellas se produce tras la muerte de su compañera (Darryl Hannah). El deseo de venganza se apodera de él, y ese sentimiento le obliga a enfrentarse a Deckard. Ni Roy es malo ni Deckard es bueno, sería muy simplista calificar su encuentro como una lucha entre dos polos opuestos, ambos son seres similares que poseen pensamientos y emociones tanto positivas como negativas, simplemente son dos personas, a pesar de que a Roy se le niegue tal reconocimiento. Es toda una experiencia vivir con miedo, eso es lo que significa ser esclavo, le dice el replicante al blade runner en un final antológico que muestra a ese ser que ha pasado toda su existencia buscando respuestas y que, finalmente, encuentra una; el significado de la muerte: el olvido. Ridley Scott dirigió esta obra maestra basándose en la novela Sueñan los androides con ovejas mecánicas, escrita por uno de los grandes escritores de ciencia ficción, Philip K. Dick. Blade Runner aportó una nueva concepción al género de la ciencia ficción, destacando un escenografía y una estética excepcionales gracias a la decoración creada por el pintor Syd Mead, a la dirección artística de David Syder y a los efectos visuales a cargo de Douglas Trumbull. La oscuridad que reina en la ciudad y en los protagonistas, tiniebla omnipresente, refleja un futuro incierto donde las dudas, el pesimismo y la muerte dominan sobre una luz que se niega a aparecer, porque no es la atmósfera adecuada para el mundo desesperanzado por el que transita el blade runner.
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