viernes, 9 de septiembre de 2022

Good Morning Babilonia (1986)


Los hermanos Paolo y Vittorio Taviani realizan en Good Morning Babilonia (1986) su personal y peculiar viaje cinematográfico a los orígenes de Hollywood, que se convertiría en la fábrica de sueños, de elefantes blancos, por antonomasia —y por su visión comercial y del espectáculo—, un espacio de fantasía donde rinden homenaje al cine, al arte de la Italia renacentista y a la familia. Lo hacen acompañando a esos dos hermanos, hijos de hijos, de hijos de maestros constructores de catedrales, artesanos que llevan en sus genes, en el alma, el “Renacimiento”. Son hijos y serán padres, pero hablar de paternidades cinematográficas es más osado, pues antes del supuesto padre hubo otros previos, hasta alcanzar el origen que en el cine se asume oficial con los hermanos Lumière, que, al igual que los Taviani y los protagonistas del film, eran dos: Auguste y Louis. Con frecuencia, se escucha o se lee que David Wark Griffith inventó tantos recursos que se le atribuye el lenguaje cinematográfico “moderno”. Pero habría que establecer a qué se le llama lenguaje cinematográfico y decir cuáles son sus recursos; además tampoco conviene olvidar que antes de que Griffith usara la profundidad de campo o el travelling ya lo habían hecho los italianos como Giovanni Pastrone, en su Cabiria (1914), que lo influenciarían para dar forma majestuosa y “babilónica” a Intolerancia (Intolerance, 1916), más concretamente al episodio cuyos decorados son uno de los momentos que desarrollan los Taviani en Good Morning Babilonia.



El Griffith a quien da vida el británico Charles Dance es un pretexto para abordar un film que habla de la ausencia y la búsqueda de oportunidades, de la emigración, de cine y de arte, de padres e hijos, de la realidad y los sueños, y, obviamente, de dos hermanos que, como los Taviani, trabajan en equipo y por eso pueden superar las trabas que se les presentan y crear arte. Tanto el cine como la arquitectura son trabajos colectivos, aunque exista un director fílmico y maestro de obras, como serian Griffith y el padre (Omero Antonutti) de Andrea (Joaquim de Almeida) y Nicola (Vincent Spano), a quienes, antes de abandonar Italia les recuerda que <<Sois dos y esa es vuestra fuerza>>. Ya en el continente americano, el sueño tarda en llegar y así descubren que ese nuevo mundo idealizado, en los sueños y esperanzas de los emigrantes, no es el paraíso, sino un lugar donde prosperan aprovechando las oportunidades o mismamente creándolas. No obstante, la realidad difiere del cine, más onírico, y los hermanos Taviani sueñan cine para que sus dos personajes lleguen a Hollywood y se enamoren de Edna (Greta Scacchi) y Mabel (Désirée Nosbusch), dos amigas inseparables como ellos, y triunfen, pero también donde sus caminos se separan cuando, en 1917, Estados Unidos entra en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).




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