<<Uno no podía evitar empezar a darse cuenta de las cosas viviendo en una sociedad como la de aquel tiempo, en la que existían tantas injusticias. Debéis recordar que cuando empecé a darme cuenta de las cosas, a pensar, debía tener quince o dieciséis años. Fue justo después de la Gran Depresión económica en América donde se veían cosas tremendas: suicidios, pobreza, etc.; y donde había quince millones de desempleados, lo que entonces suponía un porcentaje enorme de la masa de trabajo. Y entonces también surgió, como sabéis, el auge de los fascismos en Europa. Primero en Alemania y, más tarde, en Italia y España. Y tú tratabas de reflexionar sobre ellos, entenderlos o, simplemente, luchar contra ellos; y esto siendo aún muy joven>>
(Jules Dassin en Jules Dassin. Violencia y justicia. T&B Editores, 2002)
Criado en un barrio marginal como el Harlem de su infancia, las opciones que se presentaron ante Jules Dassin se redujeron a abandonar sus estudios secundarios y trabajar para ayudar al mantenimiento familiar. Como consecuencia de su temprana inserción en el mundo laboral, la enseñanza oficial quedó en nada, aunque tiempo después iniciaría su educación autodidacta, su concienciación social y la filiación política que le acarrearía el exilio. Por aquellos años de juventud, el futuro cineasta no sospechaba que, por circunstancias ajenas, acabaría siendo un director de películas que aportaría grandes títulos al cine estadounidense y al europeo. Su ilusión de aquel entonces era la de ser actor teatral, y esta se materializó cuando entró en contacto con varios grupos teatrales. Pero su talento dramático no convenció a alguien como él, sincero consigo mismo y honesto con su trabajo, de ahí que siempre se mostrase crítico con sus películas, incluso aquellas mejor valoradas. Sus primeros pasos cinematográficos se produjeron dentro de la MGM, cuando, a prueba en el estudio, rodó un cortometraje que acabó proyectándose en las salas comerciales. Gracias a la buena acogida de The Tell Tale Heart, Dassin consiguió su contrato de larga duración con la major dirigida por Louis B. Mayer, aunque inconsciente de que iniciaba la etapa más impersonal de su carrera artística. En el seno del famoso estudio rodó siete largometrajes sin opción a escoger los temas, sin poder desarrollar sus ideas y aceptando a regañadientes guiones que no le interesaban, y en los que no intervino. Fue una época de esclavitud creativa, de infelicidad personal, y las películas que dirigió <<eran horribles. Eran estúpidas, como yo>> (Dassin a Patrick McGillian). Sin embargo durante aquel periodo de impersonalidad cinematográfica que no le gustaba recordar, obtuvo un enorme éxito comercial con El fantasma de Canterbury y también se produjo su contacto con Mark Hallinger, con quien se asociaría tras cumplir su contrato para dar forma a Fuerza Bruta, su primera gran película, y La ciudad desnuda, cuyo montaje previsto fue adulterado por los responsables de la Universal. Inscrita dentro del cine negro, Fuerza bruta sentaba las bases del drama carcelario posterior al tiempo que desvelaba la presencia tras las cámaras de un realizador de sobrado talento, que no escondía su crítica y capaz sugerir la violencia sin apenas mostrarla. El film solo fue el primero de los cuatro grandes títulos que regaló al cine negro estadounidense, los otros fueron la ya nombrada La ciudad desnuda, la no menos espléndida Mercado de ladrones y la magistral Noche en la ciudad, su obra cumbre hasta entonces. Rodada en Inglaterra, el realizador recordaba que Darryl F. Zanuck, mandamás de la 20th Century Fox, le advirtió de la necesidad de abandonar el país si pretendía dirigir una nueva película, pues su nombre estaba incluido en las listas del Comité de Actividades Antiestadounidenses. Esta situación le obligó a abandonar su país natal y, en poco más de veinte días, filmar en Inglaterra Noche en la ciudad. Pero, tras esta rápida filmación, las presiones desde el otro lado del Atlántico impidieron que volviera a dirigir en el Reino Unido y, ante esta imposibilidad, se trasladó a Francia, donde no sin problemas, y cinco años después de su último film, aceptó un encargo que dio como fruto Rififí. Este clásico del cine negro francés fue un título clave dentro la filmografía de Dassin y posibilitó su encuentro con la actriz Melina Mercuori.
<<Había conocido a Melina en Cannes cuando preparaba la película. Ella estaba allí representando una película llamada Stella. Yo con Rififí. Le dije que estaba preparando un proyecto y que había un papel para ella si le interesaba. Otra vez no tenía pasaporte, pero su padre era diputado (en el parlamento griego) y se las arregló para ayudarme>>. Así recordaba Dassin en la entrevista publicada en Jules Dassin. Violencia y justicia (Antonio Castro, Andrés Rubín de Celis y Santiago Rubín de Celis) su primer encuentro con Melina Mercuori, tras el cual el cineasta y la actriz encararon su primer proyecto común. El que debe morir era recordada por su responsable por ser la primera película que realizó con total libertad, rodada como él quería y con la temática por él escogida, aunque el film fue rechazado por gran parte de la crítica que años atrás lo había encumbrado entre los grandes cineastas estadounidenses. Sin embargo el rechazo crítico no merma los aciertos del primer film que Dassin realizó en Grecia, donde echó raíces, aunque, cuando se impuso la dictadura, de nuevo se vio obligado a exiliarse. Melina Mercuori se convirtió en su musa cinematográfica y teatral, así como en la mujer con quien compartió el resto de su vida. De su relación artística destacan sin duda Nunca en domingo, un éxito rodado sin apenas presupuesto, y Topkapi. Las dos películas parten de la comedia para ofrecer una lectura más compleja: la primera esconde tras su humor una crítica feroz al neocolonialismo, aquel que intenta imponerse en fronteras que no son las suyas, y la segunda satiriza a la sociedad capitalista. A pesar de ser un excelente cineasta, su carrera nunca fue sencilla, tampoco reconocida en su justa medida y plagada de dificultades como su eterno deambular, los problemas de financiación, las imposiciones contra las cuales luchaba, su tardía vuelta al cine Estadounidense en la fallida Uptight, revisión de El delator (The Informer; John Ford, 1935), la experimentación en The Rehearsal o su adiós al cine en Círculo de dos, un film que Dassin no dudaba en criticar y que ni de lejos se encuentra entre lo mejor de su filmografía.
Nazi Agent (1942)
The Affair of Martha (1942)
Reunión en Francia (Reunion in France, 1942)
Young Ideas (1943)
El fantasma de Canterville (The Canterville Ghost, 1944)
A Letter for Evie (1945)
Two Smart People (1946)
Fuerza bruta (Brute Force, 1947)
Rififí (Du rififí chez les hommes, 1955)
Nunca en domingo (Pote tin kyriaki, 1959)
Fedra (Phaedra, 1961)
Uptight (1968)
La promesa al amanecer (Promise at Dawn, 1970)
The Rehearsal (1974)
Gritos de pasión (A Dream of Passion, 1978)
Círculo de dos (Circle of Two, 1980)
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