Para quienes conozcan ambas películas, las similitudes entre la segunda de Jim Jarmusch, Extraños en el paraíso (Strangers in Paradise, 1982), y El fluir de las lágrimas (As Tears Go By / Wong Gok ka moon, 1988), la primera de Wong Kar-wai en la dirección, saltan a la vista. Saltan, porque las dos se abren a contextos similares que ubican la acción en apartamentos igual de pequeños y desangelados. En sendos títulos se produce una conversación telefónica que anuncia la inminente llegada de una prima desconocida que transformará la rutina de los protagonistas masculinos, llenando el vacío en el que inicialmente se descubren. Avanzados los metrajes, se observa otro paralelismo entre el film de Jarmusch y el largometraje de Wong Kar-wai, cuando la acción se aleja de los bajos fondos y se traslada a un espacio donde fluye la nueva dimensión emocional de los personajes. Pero, más allá de estas coincidencias (si es que lo son), Extraños en el paraíso y As Tears Go By toman direcciones diferentes. El personaje de Jarmusch es alguien desorientado mientras que el de Wong, Wah (Andy Lau), se encuentra atrapado en un entorno gansteril del cual no puede escapar, y no puede porque a él le ata su hermano Fly (Jacky Cheung), a quien protege y por quien siempre abandona cualquier posibilidad de que su romance con Ngor (Maggie Cheung), su prima, pueda prolongarse más allá del paréntesis temporal que el cineasta limita a la duración (que extiende en el tiempo) de la canción Take My Breath Away. Las coincidencias, o influencias que Wong pueda recibir de Jarmush, solo son el punto de partida que el primero toma para abrir su personal carrera tras la cámara. Punto de arranque porque, como el resto de sus películas, en su debut hay una historia de amor imposible, de pérdida, de rechazo y de seres heridos condenados a no alcanzar esa felicidad que se les niega y se niegan. Su experiencia como guionista para otros directores, posibilitó que Wong Kar-wai debutase en la dirección de largometrajes con este título que encaja dentro del cine de gánsteres producido en Hong Kong, pero, visto en retrospectiva, también apunta el estilo visual que evolucionaría hasta alcanzar la sensible armonía que, entre las imágenes y las emociones que transmiten, se observa en las magistrales Deseando amar (In the Mood for Love / Fa yeung nin wa, 2000) y 2046 (2004).
Aparte de la prioridad formal, en estado primitivo respecto a posteriores producciones, en As Tears Go By también asoman la importancia del tiempo, el romanticismo y la idea del rechazo, entre otros temas que frecuentemente reaparecen en la obra fílmica del realizador nacido en Shanghai, así como su tono gansteril, que toma de referencia el cine estadounidense, en concreto, la encuentra en Malas Calles (Main Street; Martin Scorsese, 1973), como el propio Wong reconoció: <<Cuando vi Malas Calles por primera vez, fue un gran choque para mí, porque tuve la impresión de que esa historia podía darse perfectamente en Hong Kong. De hecho, solo tomé prestado al personaje de Robert De Niro. Los otros proceden de mis experiencias.>> (1) Esas vivencias propias y esas calles retratadas por Wong, las que transitaría de joven en Hong Kong, y el personaje de Fly, inspirado en el Johnny Boy interpretado por De Niro, remiten a las expuestas en el film de Scorsese y, como sucede en este, también la (sobre)protección, la delincuencia y la violencia forman parte del entorno y de la historia, que encuentra en Wah el centro de atención de dos momentos que habitan y se enfrentan en él: aquel que le obliga a ser el ángel protector de su hermano y aquel otro que comparte por un tiempo limitado con Ngor. Ella es el deseo, representa la posibilidad de acceder a otro nivel existencial, que, hasta su aparición, Wah no se ha planteado en el medio que ocupa, como corroboran sus relaciones externas, en las que ni se compromete ni desea hacerlo, o su contestación a la pregunta de Ngor <<¿por qué no has venido antes?>>. <<Porque me conozco. No puedo prometer nada>>. La realidad de Wah se desarrolla en los bajos fondos de Hong Kong donde su hermano intenta demostrar que puede ser como él, que puede ser respetado y contundente cuando es preciso serlo. Pero Fly es un niño, al menos su pensamiento —condicionado por la sombra de su hermano mayor— y su comportamiento, con el que pretende llamar la atención, resultan tan infantiles que solo consigue meterse en problemas, debido a la obsesión de agradar e igualar a quien admira, quizá la sensación de inferioridad que le aqueja y que acabará por afectar a ese hermano mayor que, más agresivo, impulsivo y expeditivo que el Charlie de Malas Calles, recuerda al joven interpretado por Harvey Keitel.
1.Wong Kar-wai en Michel Ciment. Pequeño planeta cinematográfico. Ediciones Akal, Madrid, 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario