Solo en la noche (1946)
El magistral retrato de los veteranos de guerra realizado por William Wyler en Los mejores años de nuestra vida (The Best Years of Our Lifes, 1946) muestra el retorno al hogar de tres soldados que viven su reencuentro con la sociedad que abandonaron para combatir en el frente. Dicho reencuentro provoca la desorientación que les produce el no saber cuál es su lugar en ese nuevo periodo que se abre ante ellos. Por ello, su búsqueda de la identidad perdida se produce en relación a sus familias, parejas o empleos, pero la necesidad de recuperar dicha identidad también fue expuesta por un género más oscuro, en producciones tan sobresalientes como Encrucijada de odios (Crossfire; Edward Dmytryk, 1947), Punto de ruptura (Point Break; Michael Curtiz, 1950) o este primer acercamiento de Joseph L.Mankiewicz al cine negro. Aunque se encuadra genéricamente en el género de las luces y sombras, Solo en la noche (Somewhere in the Night, 1946) sirvió a Mankiewicz para abordar por primera vez en su filmografía un trastorno psíquico, en este caso, la amnesia sufrida por su protagonista. De tal manera, bajo la apariencia de film noir, el director de De repente, el último verano (Suddenly, Last Summer, 1959) expuso la amnesia de George Taylor (John Hodiak) como el descenso a un pozo de desesperación, consecuencia de la desorientación posbélica que se representa en la ausencia de recuerdos, pero también de un hogar al cual regresar (no sabe su dirección y asume la de un hotel donde no lo conocen), de expectativas o de conocidos a quien recurrir (ni familia ni amigos), ausencias todas ellas que lo convierten en un individuo tan aislado como inexistente a ojos ajenos y propios. Quizá por ello, su primera imagen solo muestre sus ojos nerviosos, mientras el resto de su rostro se encuentra oculto tras un vendaje, y sus primeras palabras sean para sí mismo (su pensamiento) y delaten el miedo que implica el no saber responder a <<¿quién es George Taylor?>> y a <<¿quién soy yo?>>, preguntas que se formula desde que escucha el nombre que encuentra escrito en su cartera.
Cualquier circunstancia relacionada con el tal Taylor ha sido borrada de su mente, ni siquiera la firma le resulta familiar (rubrica en el registro del hotel con letras mayúsculas neutras), tampoco puede recordar quién es Larry Cravat, el supuesto amigo que le escribió el telegrama que encuentra entre sus pertenencias. La única certeza posterior y anterior a su herida bélica es la amnesia que lo convierte en un desmemoriado que no puede más que aceptar que, como aseguran sus compañeros y su ficha militar, su nombre es George Taylor, uno más entre los miles de solados que regresan a casa tras la conclusión de la contienda. Pero el retorno al hogar del protagonista de Solo en la noche resulta un reinició imposible, dominado por el miedo (a un presente incierto: la caza de brujas o la guerra fría estaban a la vuelta de la esquina), la soledad y las dudas de su inexistencia en un entorno donde con anterioridad sería alguien, pero ¿quién? Como consecuencia de su ausencia de identidad, y de cualquier recuerdo relacionado con su yo anterior a su nacimiento en el hospital de campaña donde se abre el film, el protagonista se ve obligado a investigar el paradero de Larry Cravat como parte de la búsqueda de sí mismo. Sin embargo, a medida que recopila piezas, se adentra más y más en un espacio tan oscuro como sus recuerdos. Por ese entorno de claroscuros asoman personajes que presentan el mismo interés de dar con el paradero de Cravat, un fantasma entre fantasmas desaparecido tres años antes, sospechoso de asesinato y del robo de dos millones de dólares. Las pistas que lo conducen a Cravat señalan a este como el único que podría desvelarle la verdad sobre sí mismo, pero esas mismas pistas le generan las dudas que le plantean el deshacerse del pasado e iniciar una vida ajena a los recuerdos que persigue sin ser consciente de que se ha convertido en un yo distinto, que asimila nuevos conocimientos y nuevos conocidos: Christy (Nancy Guild), la cantante que lo ayuda, Mel Phillips (Richard Conte), el teniente de homicidios Kendall (Lloyd Nolan) o Anselmo (Fritz Kortner), el adivino que por cuestiones materiales también ansía encontrar a Cravat.
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