martes, 1 de noviembre de 2016

J. A. Bardem: Renovación y compromiso

Figura clave en la tímida renovación del cine español de los años cincuenta y sesenta, Juan Antonio Bardem nació en Madrid en 1922, en el seno de una familia de cómicos, sin embargo no continuó la tradición de su padre, el actor Rafael Bardem, ni de su madre, la actriz Matilde Muñoz Sampedro, decantándose primero por la ingeniería agrónoma y poco después por la realización de películas. <<Llega ese momento que no solo vas al cine porque te entusiasma aquello que ves,[...], sino que notas que te estás sintiendo íntimamente capacitado para comunicar tu mundo de vivencias y de ideas a través de ese fenómeno>>. Ese momento del que Bardem habló con Miguel Castelo en 1977 (entrevista publicada en el libro El cine a codazos: Juan Antonio Bardem) se confirmó hacia finales de la década de 1940, cuando colaboraba en la revista universitaria y cursaba sus estudios en el recién creado Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, donde no llegó a titularse al ser suspendido en su último curso. En el IIEC coincidió con profesores como el realizador Carlos Serrano de Osma o alumnos que, como él, deseaban abrirse paso y, para ello, crearon una productora que tuvo una vida tan fugaz como nula. Este primer revés no impidió que lo intentasen de nuevo con Industrias Cinematográficas Altamira, desde la que se produjo su debut, al lado de su compañero de promoción Luis García Berlangacon quien, aparte de conocimientos sobre cine hollywoodiense (dominante en las pantallas españolas) y su intención renovadora, poco más guardaba en común. Ambos debutaron en Esa pareja feliz (1951), comedia de influencias sainetinescas, neorrealistas y de películas como Navidades en Julio (Christmas in July; Preston Sturges) o Se escapó la suerte (Antoine et Antoinette; Jacques Becker, 1947), que también escribieron, como posteriormente harían con ¡Bienvenido, Mister Marshall! (1952), en cierto modo inspirada en La karmesse heróica (La karmesse heroique; Jacques Feyder, 1935), aunque, en Bienvenido...Bardem no asumió labores de realizador debido a sus diferencias con los directivos de UNINCI, productora que en 1957 llegaría a dirigir. Desde aquellos primeros contactos con la dirección de largometrajes, tanto el uno como el otro dejaron claro cuales eran sus pretensiones, insuflar nuevos aires y mayor compromiso a la cinematografía autóctona, y estas pasaban por emplear las películas como medio de expresión de su creatividad y de sus ideas. A diferencia de Berlanga, más ácido y visceral en su visión crítico-social, en el cine de Bardem se descubre el compromiso político-ideológico con el que abordó la realidad de su momento, posicionándose contra el sistema dentro del sistema y, en ocasiones, por ello sufrió las consecuencias. Ya en solitario, el cineasta madrileño desarrolló un proyecto personal ambientado en el mundo teatral, pero ni Cómicos (1954) ni su siguiente película, la comedia Felices Pascuas (1954), tuvieron la repercusión mediática que sí obtuvo con Muerte de un ciclista (1955), Calle Mayor (1956) La venganza (1957). El reconocimiento de la crítica internacional en los festivales de Cannes y de Venecia lo posicionó entre los realizadores más reputados a nivel mundial, aunque su fama no evitó que sus encontronazos con el franquismo se repitieran a lo largo de los años, del mismo modo que su cine testimonial y su afiliación política al, por aquel entonces, clandestino PCE le acarrearon constantes intervenciones de la censura y enfrentamientos con el régimen, algunos de los cuales implicaron su arresto. Lo que ya queda claro desde su debut en Esa pareja feliz (1951), es su honestidad a la hora de realizar un cine <<realista, nacional y popular>>. Realista porque pretende mostrar la situación social de su presente, aunque lejos del neorrealismo tal y como lo concibió el escritor y guionista Cesare Zavattini, nacional porque bebe de fuentes autóctonas (aunque también asume influencias foráneas) y popular porque se trata de un cine dirigido a las masas, a las que pretende hacer llegar su discurso, sin renegar del entretenimiento. Estas y otras cuestiones serían abordadas en 1955 en las famosas Conversaciones de Salamanca, donde se trató la situación del cine español, que Bardem definió <<políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo, industrialmente raquítico>>, y ya en la década siguiente desde la ASDREC (Agrupación Sindical de Directores-Realizadores de Cine). Pero antes de la famosa reunión en la ciudad salmantina, el cineasta madrileño había intentado aunar la realidad de la que era testigo y el entretenimiento popular en Esa pareja feliz (1951) o Felices Pascuas (1954), en las que ya se dejan entrever algunas de las ideas sociales que se harían más visibles (y metafóricas) entre Muerte de un ciclista (1955) y Nunca pasa nada (1963), la cual, a parte de tardar dos años en ser estrenada, significó un punto de inflexión forzoso en su carrera. Tras Nunca pasa nada (1963), el realizador se vio obligado a sobrevivir en la profesión, aceptando encargos que poco tendrían que ver con sus intereses. <<La claudicación consiste en elegir entre dos posibilidades. Pero si no tienes posibilidades, no es una claudicación; es una necesidad>> (Bardem en El cine a codazos: Juan Antonio Bardem). Con la llegada de la transición a la democracia, Bardem pudo elegir y, como no podía ser de otra manera en alguien fiel a sus ideas, recuperó su discurso en El puente (1976), en la que mostró su visión de una sociedad que continuaba a la deriva a pesar de la libertad recién adquirida, en Siete días de enero (1978) y La advertencia (1982), dos ficciones basadas en hechos reales. En 1982, con la victoria del partido socialista en las elecciones democráticas de aquel año, los cambios político-culturales no se hicieron esperar y uno de los medios empleados para ello fue la televisión pública, donde Bardem continuó su carrera de realizador en el episodio Jarabo (1985), de la serie La huella del crimen, y en las miniseries Lorca, muerte de un poeta (1987) y El joven Piccaso (1992), regresando a la dirección de largometrajes en 1997, con Resultado final, a la postre su última película, en la que priorizó su postura ideológica para exponer el pasado reciente y el presente de la España de finales del siglo XX.




Filmografía como director

Esa pareja feliz (1951)
Cómicos (1954)
Felices Pascuas (1954)
Muerte de un ciclista (1955)
Calle Mayor (1956)
La venganza (1957)
Sonatas (1959)
A las cinco de la tarde (1960)
Los inocentes (1962)
Nunca pasa nada (1963)
Los pianos mecánicos (1965)
El último día de la guerra (1969)
Varietés (1970)
La isla misteriosa (1972)
La corrupción de Chris Miller (1972)
El poder del deseo (1975)
El puente (1976)
Siete días de enero (1978)
La advertencia (1982)
Jarabo (1985) (para la serie de televisión La huella del crimen)
Lorca, muerte de un poeta (1987) (miniserie de televisión)
El joven Picasso (1992) (miniserie de televisión)
Resultado final (1997)



Premios y reconocimientos

Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor guión por Esa pareja feliz
Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor argumento por ¡Bienvenido, Mister Marshall!
Mención Especial en el Festival de Cannes por el guión de ¡Bienvenido, Mister Marshall!
Segundo Premio Sindicato Nacional del Espectáculo por Cómicos
Cómicos, seleccionada para representar a España en Cannes 1954
 Cómicos, elegida por la revista Triunfo como la mejor película española del año
Premio de la Crítica Internacional en Cannes por Muerte de un ciclista
Premio de la revista Fotogramas a la mejor dirección del año por Muerte de un ciclista
Cuarto Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo por Muerte de un ciclista
Premio de la Crítica Internacional en Venecia por Calle Mayor
Cuarto Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo por Calle Mayor
Calle Mayor, elegida por la revista italiana Cinema Nuovo como la mejor película del año
Premio de la Crítica Internacional en Cannes por La venganza
Nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa por La venganza
Tercer Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo por La venganza
Premio al Mejor Director-Realizador del Sindicato Nacional del Espectáculo por La venganza
Premio San Jorge de Cinematografía 1959 por La venganza
Premio del Instituto Nacional de Cinematografía de Buenos Aires a la mejor película por Los inocentes
Premio de la Crítica en el Festival de Berlín por Los inocentes
Gran Premio en el Festival de Moscú por El puente
Premio "Especial Calidad" de la Dirección General de Cinematografía por Siete días de enero
Gran Premio en el Festival de Moscú por Siete días de enero
Gran Premio Especial del Jurado en el Festival de Karlovy Vary por La advertencia
Premio de la Crítica del Festival de Montecarlo por Lorca, muerte de un poeta
Premio del Centro de Investigaciones Film-Historia al Mejor Director por Lorca, muerte de un poeta
Medalla de Oro a la Mejor Miniserie en el Festival de Nueva York por El joven Picasso
Goya de Honor en 2002



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