sábado, 9 de enero de 2016

El puente de los espías (2015)


La predilección de Steven Spielberg en su madurez creativa por filmar películas inspiradas en hechos reales (La lista de Schindler
Salvar al soldado Ryan, Munich o Lincoln), aunque esta tendencia tuvo su inicio en El imperio del sol, le ha permitido abordar y reflexionar sobre varios periodos históricos concretos desde la interioridad de sus personajes, los cuales evolucionan como consecuencia de esa época que enfrenta sus individualidades a las distintas realidades que contemplan y viven. Este hecho de nuevo se hace patente en El puente de los espías (Bridge of Spies), una producción que el cineasta dividió en dos partes que se diferencian tanto por su ubicación espacial como por su contenido argumental. La primera se presenta desde el drama judicial que sirve para introducir el momento que se vive en los Estados Unidos de 1957 así como la personalidad del abogado interpretado por Tom Hanks y su relación con el espía soviético (Mark Rylance) a quien defiende desde su creencia en el sistema judicial y en la constitución estadounidense que lo ampara. Su fe en el derecho a una defensa digna para cualquier individuo, sea o no estadounidense, le lleva a enfrentarse a cuanto le rodea sin desistir en su empeño, aunque el entorno se vuelva en su contra como consecuencia de su implicación en la defensa de un enemigo declarado de su país, o al menos así lo sienten los vecinos y las autoridades que lo atosigan. Esta circunstancia se produce porque Spielberg expone su historia durante la Guerra Fría, un periodo de caos, incertidumbre, desinformación, miedo y enfrentamiento silencioso entre las dos superpotencias triunfantes en la Segunda Guerra Mundial, las mismas que han creado dos bloques socio-económicos que se oponen, se espían y compiten para alcanzar la supremacía. Como consecuencia resulta inevitable el contacto entre ambas partes, el cual se produce en la segunda mitad de la película, que se presenta desde el suspense que genera observar al personaje de Hanks en Berlín, donde asume las negociaciones para canjear a su defendido, con quien mantiene una relación de respeto y admiración silenciosa, por el piloto norteamericano (Austin Stowell) capturado por los soviéticos. Sin embargo en este punto se introduce un personaje que apenas sale en la pantalla, que es arrestado por la Stasi, y que sirve para mostrar a un abogado que se desentiende de los intereses de quienes lo han enviado a una misión clandestina, y lo hace porque cree firmemente en la necesidad de salvar a un inocente, cuestión esta que lo vincula con el capitán que el propio Hanks interpretó en Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1999), ya que El puente de los espías no es un film sobre espionaje sino sobre un hombre que, al igual que el oficial del film citado, se enfrenta a un momento y a una situación que no desea, pero que asume como consecuencia de su pensamiento, sacrificando sus intereses personales a costa de defender los valores en los que siempre ha creído y hecho suyos, unos valores que le dan la esperanza de que no todo está perdido en un mundo al borde del abismo y de que, al menos, su entrega servirá para salvar las vidas de los tres prisioneros.

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