En sus películas urbanas y nocturnas —Larga es la noche (Odd Man Out, 1946), El tercer hombre (The Third Man, 1948) y Se interpone un hombre (The Man Between, 1952)—, Carol Reed se mueve como pez en el agua para filmar angustia, inquietudes, imposibilidad, espectros y ruinas materiales y humanas, tensiones y espacios donde nada parece estable, salvo la inestabilidad de conflictos internos y confrontaciones externas como la que se vive en las dos zonas donde se desarrolla la intriga y el drama de Se interpone un hombre. En las ruinas y escombros berlineses, en la partición este-oeste y, más que nada, en la ingenuidad y descubrimiento de Susanne Mallison (Claire Bloom), recién llegada a Berlín, esta película basada en la novela Susanne in Berlin, de Walter Ebert, es el reflejo femenino de El tercer hombre, pero también es un film que, en la admiración de un niño hacia la figura adulta que venera, bebe de El ídolo caído (The Fallen Idol, 1947), y de Larga es la noche en la imposibilidad que se materializa fuera del manto nocturno que oculta a los protagonistas mientras huyen. Y como la Viena de El tercer hombre, el Berlín de The Man Between atrapa a sus personajes entre engaños, fantasmas y ruinas urbanas y morales, testigos mudos del pasado que, por la locura de unos pocos, primero, y la obediencia de muchos, trastocó millones de vidas y condiciona el presente que se está construyendo sobre la división de Alemania en dos: la oriental y la occidental. Todavía no se ha levantado el muro, pero la acción se desarrolla en plena guerra fría, así lo confirman los férreos controles fronterizos (checkpoints), las fugas del lado soviético al occidental, que son parte de la trama, o los disparos sobre quién intenta alcanzar el otro lado.
1.Carol Reed. Festival de Cine de San Sebastián/Filmoteca Española, San Sebastián-Madrid, 2000.
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