Se ha hablado de la autoría de Deseo (Desire, 1936), poniendo en duda si se trataba de una película de Frank Borzage, quien aparece acreditado como único director, o de Ernst Lubitsch, por entonces jefe de producción de la Paramount y productor del film. No cabe duda que la película está influenciada por Lubitsch, que supervisó el film y colaboró en el guion —firmado por Edwin Justus Mayer, Waldemar Young y Samuel Hoffenstein, a partir de la comedia de Hans Szekely y R. A. Stemmle—, pero tampoco conviene olvidar que Borzage participó en el desarrollo del mismo ni que fue quien lo filmó, salvo en una única intervención del cineasta berlinés en el plató donde se rodaba esta elegante comedia de la que Dietrich, su actriz principal, no dudó en señalar que <<Borzage fue el único director de Desire>>. (1) Y ya que estamos con la estrella alemana, Deseo volvía a reunirla en la pantalla con Gary Cooper, su compañero en la exitosa Marruecos (Morocco, Josef von Sternberg, 1930) e imagen del héroe estadounidense, aunque aquí, igual que en Bola de fuego (Ball of Fire, Howard Hawks, 1941), dando vida a un ingenuo “pardillo” que se enamora de la pícara y embaucadora seductora que al inicio —momento de máxima expresión Lubitsch— roba el collar de perlas que sirve de excusa para emprender el viaje por la irrealidad y la ensoñación del amor. La comedia resulta una atractiva combinación del toque Lubitsch y del romanticismo de Borzage, reduciendo el tono satírico del primero y prescindiendo del melodrama del segundo. Sofisticada, elegante, pero menos irónica y corrosiva de lo que suelen ser las comedias de Lubitsch, en las que, salvo El bazar de las sorpresas (The Shop Around the Corner, 1940), sus personajes son genuinamente impuros a la hora de amar, pues les mueve el sexo, mas que el amor, son seductores natos, algo o muy cínicos, Deseo encaja a la perfección en el universo de Borzage, más melodramático y, sin duda, totalmente entregado a la creencia del amor como máxima inspiración y expresión de la condición humana. La película va de Lubitsch a Borzage, de la lucha de sexos y del deseo sexual a la idealización del amor que une a Madeleine y a Tom ya avanzado el film, cuando ambos intiman bajo la luna española. A partir de ese instante, los dos ya son uno y esa unidad se ve amenazada por Carlos (John Hallyday), el jefe de la banda de ladrones de joyas para la que trabaja la sofisticada Madeleine, que ya se descubre entonces como un personaje más del director de El ángel de la calle (Street Angel, 1928), película con la que, sin el tono melodramático, Deseo establece relación; cuando el pasado amenaza romper el lazo del amor…
(1) Citada por Hervé Dumont: Frank Borzage. Sarastro en Hollywood (traducción de Mercedes Juste, Fabián Chueca y Alicia Martorell). Festival Internacional de Cine de San Sebastián/Filmoteca Española, San Sebastián, 2001.
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