sábado, 5 de marzo de 2022

Lucía (1968)


<<Mi filme Lucía es siempre un diálogo sobre el presente, ya que el pasado solo actúa en la medida en que expresa los condicionantes culturales, sociales y sociológicos que han definido nuestro particular estilo de vida nacional. Podría citar un ejemplo: uno de los propósitos del filme es cuestionar una moral que sobrevive en amplios estratos de la población y que la realidad revolucionaria impugna. Esta idea se desarrolla a lo largo del filme, aunque este se ocupe, en términos narrativos, de hechos que ocurran en cierta medida durante el pasado.>>


Humberto Solás; citado en Juan Antonio García Borrero. Cine Cubano de los sesenta: mito y realidad.



El primer largometraje de Humberto Solás son tres películas en una, también son tres mujeres, las tres se llaman Lucía y dan título a un film que vive en tres momentos temporales que forman parte de historia de Cuba: la lucha por su independencia, lograda en 1898; la revolución castrista, cuyo éxito se fecha en enero de 1959; y, entremedias, la presidencia de Gerardo Machado, quien, habiendo sido elegido democráticamente, le tomó gusto al poder y, jugando con las leyes, transformó la República en su régimen dictatorial. Pero, más que los momentos históricos retratados por Solás, el interés del cineasta recae en la triple figura femenina, en como se produce su encuentro con la Historia y su toma de conciencia en su propia historia. Lucía (1968), uno de los grandes títulos del cine cubano, es exigente —no se dirige a un público acomodado, sino que le exige reflexionar las imágenes y las ideas expuestas— y presenta varias estéticas que corresponden a cada parte, que acerca al público un ideario claramente nacional en el que se asienta la nacionalidad cubana y la revolucionaria. Pero la película de Humberto Solás, probablemente más que ninguna otra de las producidas por el ICAIC hasta entonces, plantea y cuestiona la situación de la mujer comparando los tres tiempos: Cuba en 1895, como colonia, en 1932, bajo la dictadura, y la década de 1960, entre la ilusión de revolución y algunas de las sombras que empiezan a asomar. Tres mujeres, tres tiempos. Lucía (Raquel Revuelta), Lucía (Eslinda Núñez), Lucía (Adela Legrá) y sus tres Cuba se exponen como parte de la historia de un pueblo, de sus cambios y de las circunstancias que permanecen inalterables, de las mujeres que, representadas por las heroínas del film, buscan su lugar en tres años donde actúan dictadas por las costumbres, las luchas y los deseos de los distintos momentos. Como puede leerse arriba, Lucía es otra de las cimas del cine cubano de la década de 1960, un cine que nacía de la revolución y de la intención de avanzar con ella, entre la militancia y el deseo de crear una cinematográfica orgullosa y combativa que transcendiese fronteras y fuese abanderada de un cine latinoamericano “revolucionario”. Sin embargo, con el paso del tiempo, la intención primigenia de servir a la revolución dio paso a un tipo de cine si no más crítico, sí capaz de cuestionar los logros revolucionarios y cuestionarse como medio expresivo, tanto de formas como de ideas, algo que Tomás Gutiérrez Alea hace en la intimidad de Memorias del subdesarrollo (1968) y en la kafkiana Muerte de un burócrata (1966), o Solás en este destacado tres en uno que, aunque dos tercios se desarrollen en el pasado, siempre mira su presente.



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