En un medio donde los números lo son todo, los índices de audiencia y los intereses económicos son los jueces que determinan la continuidad de las series en antena. Poco importa la calidad que atesoren o los seguidores a quienes se deja sin respuestas, lo que priman son las estadísticas que, si no resultan satisfactorias, provocan cancelaciones como la de Firefly (2002). Esta entretenida e interesante propuesta de Joss Whedon dejó de emitirse antes de la conclusión de su primera y única temporada, aunque, por fortuna para sus incondicionales, no tardó en ponerse a la venta una edición en DVD con los dieciséis capítulos que la forman. Gracias al éxito alcanzado por esta edición doméstica, dos años después Whedon pudo ofrecer a los aficionados una conclusión a las aventuras espaciales de la tripulación de la Serenity en una película cuya trama se desarrolla meses después de los hechos narrados en el último capítulo. Serenity no decepciona en su intención de responder a algunas cuestiones no resueltas durante la breve emisión televisiva y lo hizo sin perder de vista ni su mixtura genérica, western, aventura y ciencia-ficción, ni la fluidez que caracteriza a los episodios. Como cabría esperar, la película funciona como unidad independiente, lo cual posibilita que los espectadores que ignoran las andanzas previas de la "familia" que habita el carguero modelo Firefly no se resientan por ello. Además de su mezcolanza genérica, otro de los atractivos tanto de la serie como del largometraje reside en la ironía, el desenfado y la acción que acompañan a Malcolm Reynolds (Nathan Fillion) y a los miembros de su tripulación a lo largo de sus viajes espaciales. En muchos aspectos, "Mal" es un personaje similar a los rebeldes confederados que, tras la derrota en la Guerra de la Secesión, deambulan por diferentes westerns sin rumbo e incapaces de adaptarse al nuevo orden. El desencanto de aquellos es similar al del capitán Reynolds, pero en este se atenúa gracias a la compañía de quienes, más que su tripulación, forman su familia, en la que Zoe (Gina Torres), compañera de armas en la guerra perdida, se erige en la figura materna del núcleo familiar. Dedicados al contrabando y al transporte de mercancías de dudosa procedencia, la cotidianidad del grupo cambia a raíz de la inclusión de dos hermanos, Simon y River, que, perseguidos por la Alianza, son aceptados a regañadientes en la nave que se convierte en su hogar, lo que implica que tanto ellos como sus problemas pasen a formar parte del entorno que los acoge y protege. En la serie se exponen estas y otras cuestiones, como serían la evolución de las personalidades de cada miembro del pasaje y la relaciones que se producen entre ellos, así se accede al carácter en apariencia bravucón de Jayne (Adam Baldwin), a la complicidad matrimonial de Zoe y Wash (Alan Tudyk) o a la dulzura de Kaylee (Jewell State) y la atracción que Simon (Sean Maher) despierta en ella, de igual modo que se descubre la atracción-rechazo entre "Mal" e Inara (Morena Baccarin). No obstante, debido al breve tiempo cinematográfico, en Serenity no se puede profundizar en los aspectos personales con el detenimiento que sí sería posible en una segunda temporada de Firefly, lo cual provoca que la trama se centre en River (Summer Glau), en su pasado y en la persecución presente que el agente (Chiwetel Ejiofor) de la Alianza inicia para eliminarla, ya que la mente de la joven guarda una información que podría comprometer al sistema y al mundo perfecto al que alude el asesino cuando se enfrenta a Malcolm. Con este punto de partida el film muestra a la familia amenazada por el implacable perseguidor y por las dudas que surgen en los distintos personajes cuando descubren el peligro que se oculta en River, aunque también es en ese instante límite cuando comprenden el significado que la Serenity tiene para ellos, de ahí que asuman permanecer unidos y encontrar la respuesta al enigma que rodea a la pequeña del grupo.
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