jueves, 14 de marzo de 2024

Viaje cósmico (1935)


<<La Tierra es la cuna de la humanidad, pero no se puede vivir en una cuna para siempre>>

Konstantin Eduárdovich Tsiolkovsky: Filosofía cósmica.


Desde que, inspirado por Julio Verne y H. G. Wells, Georges Méliès estampó su cohete-bala sobre la cara visible de la Luna han sido muchos los viajes cinematográficos al satélite, pero los cosmonautas del pionero francés, o mismamente los de Fritz Lang en La mujer en la Luna (Frau im Mond, 1928), viajan tal cual quien sale de excursión o de paseo por el campo. No tienen en cuenta las características del viaje ni que las condiciones ambientales lunares difieren de las terrestres, las obvian porque, en ambos casos, se trata de fantasía y no de una representación científica. En estas primeras muestras de ciencia-ficción prima lo segundo, así como la ilusión e ingenuidad que también tienen cabida en Viaje cósmico (Kosmicheskiy reys: Fantasticheskaya novella, 1935), aunque en esta producción soviética ya se tiene en cuenta aspectos físicos como la ingravidez —probablemente sea la primera vez que se muestra en la pantalla a los astronautas flotando en el interior de la nave espacial tras dejar atrás la gravedad terrestre— o la ausencia de oxígeno en la superficie lunar; cual buzos, los tres viajeros humanos (hombre, mujer y niño) visten trajes impermeables provistos de suministro de oxígeno. Digo tres porque hay un cuarto, pero ese es un gato.

Este film dirigido por Vasili Zhuravlev anuncia en uno de sus rótulos iniciales que se trata primera película soviética de ciencia-ficción, pero eso es inexacto, ya que antes hubo Aelita (Yakov Protazanov, 1924); pero sí podría decirse que fue la primera que pretendía realismo y cierta rigurosidad científica en su viaje espacial, no en vano contó con el asesoramiento de Konstantin Tsiolkovsky, cuyos trabajos en el campo de la cosmonáutica resultaron fundamentales en el posterior desarrollo de los cohetes espaciales y de la astronáutica. Aparte de sus méritos científicos, que algunos tomaban por las fantasías de un profesor chiflado, fue una figura a ensalzar por el régimen comunista, debido a su origen humilde, a su autodidactismo y su triunfo, pues, según la ideología oficial, representaba al héroe proletario. A este gran visionario y cosmólogo, que fallecía en 1935, se le dedica el film, que se estrenaría en enero de 1936, cuya historia se ambienta en un futuro cercano, el verano de 1946, en un Moscú futurista donde enormes construcciones metálicas anuncian el éxito de la modernidad perseguida por el gobierno soviético a cualquier precio. Zhuravlev desarrolla la aventura a partir del programa espacial que el profesor Pavel Ivanovich Sedikh (Sergei Komarov) está desarrollando. Su intención inmediata es realizar la misión de exploración a la Luna, en su deseo de explorar el cosmos y ensanchar las fronteras humanas; claro que la cosa no será sencilla, habrá que superar las trabas inherentes al viaje y la rivalidad del profesor Karin (Vasili Kovrigin), quien no considera que estén preparados para emprender la odisea espacial. Ante esto, Sedikh opta por la vía rápida, se salta la burocracia y se lanza al espacio en compañía de Marina (Ksenia Markalenko) y del joven pionero (Vassili Gaponenko) que le advierte que existe un complot contra él. La película se desarrolla muda, veloz, optimista, heroica, repleta de efectos especiales, como el stop-motion que posibilita las secuencias de los astronautas saltando por la superficie lunar donde dejan su huella después del alunizaje…


Para quien desee saber algo más sobre Tsiolkovsky:

https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/grandes-personajes/konstantin-tsiolkovsky-de-campesino-sin-estudios-a-padre-de-la-astronautica/

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